“En aquel tiempo Jesús dijo: Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: «Ven pronto y siéntate a la mesa»? ¿No le dirá más bien: «Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después»? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: «Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber» (Lucas 17, 7-10).
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Mis hermanos y hermanas, “somos siervos inútiles, no hicimos más que nuestra obligación”, traduciendo este pasaje al buen portugués. Difícil, ¿verdad? Sintetizar y asimilar esta afirmación hecha por el propio Jesús. Siervos inútiles.
Cuando se realiza un exorcismo, por ejemplo, normalmente se pregunta el nombre del espíritu maligno y luego se le expulsa. Esta es una práctica en el ritual del exorcismo. Creo que eso es lo que hace Jesús con los dos demonios que nos atormentan toda la vida. El miedo a sentirnos siempre siervos, que trabajan para un jefe cruel y narcisista, y el miedo a sentirnos en la vida como una persona inútil, que nunca puede ser un don para nadie. Son estos dos demonios los que en realidad Jesús está exorcizando. Así que no tengas miedo de nombrar tus dramas interiores. Dios quiere liberarte de cada uno de ellos.
No tengas miedo de afrontarlos ante Dios. Si la vida te pide que hagas algo que parece un servicio, como una madre que cuida de sus hijos, un padre que trabaja para mantener a su familia, un sacerdote u obispo que se gasta por el pueblo de Dios, un enfermo que sufre con el tratamiento de una enfermedad… no dejes que el maligno plante en tu corazón la semilla del miedo, el miedo a sentirte servidor de todos, a vivir tu vida en el servicio honrado a alguien o soportando el dolor.
Dejemos que Jesús exorcice esta mentalidad de servidumbre, esta mentalidad de inutilidad, de nuestro interior. Somos preciosos a los ojos de Dios
Hay vida ahí, hay realidades preciosas que se pueden extraer de esta realidad que pueden parecer actitudes serviles. También digo que si la vida te pide que hagas algo que parece inútil, por ejemplo, que no te alaben por algo que has hecho, que no recibas un agradecimiento de alguien a quien amas, que no hayas podido estar presente en la vida de
alguien en un momento tan difícil, que no hayas podido sanar la enfermedad de tu hijo, que no hayas podido pagar la educación de tu hija o que no tengas un mejor salario para poder cuidar de tu familia.
También digo: no dejes que el diablo plante la semilla del miedo de que has fracasado y de que eres un inútil. Eso no es verdad, porque también hay vida cuando te entregas desinteresadamente, sin querer nada de tu ser querido.
Pide a Dios la gracia de un corazón libre de estos miedos, un corazón realizado por lo que eres a los ojos de Dios, precioso, valioso, un hijo. Así que hoy, dejemos que Jesús exorcice esta mentalidad de servidumbre, esta mentalidad de inutilidad, de nuestro interior. Somos preciosos a los ojos de Dios.
Descienda sobre todos ustedes la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.
