“En aquel tiempo, Jesús comenzó a reprochar a las ciudades en que había realizado la mayor parte de sus milagros, porque no se habían arrepentido: «¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y Sidón se hubiesen hecho los milagros que se han realizado en ustedes, seguramente se habrían arrepentido, poniéndose vestidos de penitencia y cubriéndose de ceniza. Yo se lo digo: Tiro y Sidón serán tratadas con menos rigor que ustedes en el día del juicio. Y tú, Cafarnaúm, ¿subirás hasta el cielo? No, bajarás donde los muertos. Porque si los milagros que se han realizado en ti, se hubieran hecho en Sodoma, todavía hoy existiría Sodoma” (Mt 11, 20-23).
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Son palabras fuertes que Jesús utiliza en el Evangelio, pero busquemos entender. Tal vez tu ya has experimentado, muchas veces, esta situación que Jesús ha vivido. La persona o la situación a quien has dedicado más tiempo, atención y cuidado, los resultados fueron más frustrantes.
Jesús experimento también esta realidad dura de dar Su amor, de hacer milagros, prodigios, señales, enseñar con Su Palabra y, en muchos lugares, Él fue rechazado. Y ocurrió el contrario también: donde menos se espera es que surgen los frutos más improbables. De aquella realidad donde nosotros menos esperamos, pueden surgir grande sorpresas.
Acabamos nos olvidando de dar a Él nuestro feedback de un amor tan grandioso en obras, señales y gracias
Tal vez Dios ha gastado mucho tiempo conmigo y contigo. Tal vez Él ha investido y nosotros tengamos acostumbrado nuestra mente a pensar en Dios siempre bueno, amoroso y misericordioso, y acabamos olvidando de dar a Él nuestro feedback del amor, una respuesta también de adhesión a todo que Él hace por nosotros. Nuestra correspondencia a un amor grandioso en obras, señales, gracias e, incluso, milagros que Dios realiza a nuestro favor.
No podemos caer en el pecado de la presunción de pensar que somos salvos y no necesitamos más ocuparnos de recoger las bendiciones de Dios, las gracias de Él, pensando: “Mañana Dios hará eso de nuevo”, “Mañana voy levantarme nuevamente, voy poder buscar mi confesión, voy poder hacer alguna cosa por Dios”, pensando en el día de mañana. ¡Cuidado!
Jesús dijo: “Ahí de ti Cafarnaum, va ser apresurado al infierno”, son palabras muy fuertes de Jesús, porque con Dios no podemos jugar.
Dios no es instrumento de un juego de suerte en nuestra vida, no es un discurso de miedo que Jesús presenta aquí, pero es una llamada de atención, es un despertar de que un día también habrá en nuestra vida unas correcciones de cuentas, y deberemos prestar cuentas de nuestra vida para Dios.
Por eso, despertemos y miremos la vida como un grande don de Dios dado a todos nosotros, para que cada uno de nosotros haga el posible para llegar un día a la vida eterna. Entonces, acoja las señales de Dios, acoja las manifestaciones de Él, acojamos las gracias de Él. ¡Una gracia toda especial es el don de nuestra vida, estamos vivos, podemos vivir la vida y necesitamos vivirla plenamente!
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!