11 Jan 2023

¡Pide a Jesús que sane tu corazón!

“La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, por lo que en seguida le hablaron de ella. Jesús se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. Se le quitó la fiebre y se puso a atenderlos” (Marcos 1,30-31).

Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:

La Palabra de Dios nos habla que la suegra de Pedro estaba de cama, la traducción original (del griego) es: caer prostrado. Esta mujer estaba postrada, estaba sin vida. Y cuantas situaciones pueden significar esta condición enferma y de cama: depresión, una cirugía que has pasado, un accidente que has sufrido, sesiones interminables de quimioterapia pueden incluso haber puesto los hijos de Dios en esta situación, de cama, a estar postrados.

Alegra tu corazón, porque los discípulos luego contaran para Jesús — y como Él fue rápido al tomar conocimiento de esta situación. Seguramente, creo que Jesús va tomar conocimiento de tu situación; y Él va tomar conocimiento de lo que estás viviendo.

La Palabra nos habla que “Él se acercó”. Jesús elimina las distancias, Él se hace presente en la vida de quien sufre cualquier tipo de mal, cualquier enfermedad, por más sencilla que ella parezca. Porque la suegra de Pedro estaba con una fiebre, pero nada para Jesús es insignificante, cualquier cosa para Él es importante.

Pide a Jesús que sane, en primer lugar, tu corazón; pide a Él que te enseñe a amar

“Agarro en tu mano”, las manos que se encuentran restablecen la relación; quieta aquella mujer de la soledad, de aquella postración y tristeza. Podemos ver en eso un gran significado de la misericordia de Dios.

Como es bueno agarrar en la mano de alguien en el momento de dolor y de dificultad; cuando nosotros pasamos por una tribulación, una mano amiga es muy importante. Y esta mano amiga es la mano de Dios también. Jesús extendió Su mano, ayudo a levantarse; el mismo verbo para hablar de la resurección de Jesús, aquella mujer asume la nueva forma de vivir, aquella mujer es resucitada, y nos habla la Palabra que la fiebre despareció.

Como yo dije, parece una cura insignificante — una fiebre —, pero para Jesús tu eres importante. Lo que tu vives y lo que tu pasa es importante para Jesús.

Entonces, hemos visto el último paso de la cura, ¿cuál fue? El servicio. Aquella mujer se puso a servicio de los discípulos, y no era solo un servicio, en realidad, era una configuración a Cristo; porque Él ha venido no para ser servido, pero para servir. Y la verdadera cura ocurre cuando nosotros pasamos a ponernos a disposición de las personas, cuando nos convertirnos siervos.

¿De que sirve una cura física en nuestra vida, si no fuese para amar y para servir los demás? Entonces, tu que estás pasando hoy por una enfermedad, por una situación así, tu que encuentras postrado, en una situación difícil, pide a Jesús que sane, en primer lugar, tu corazón, pide a Él que te enseñe a amar, porque el movimiento del amor va también levantarte en esta situación.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!

Pai das Misericórdias

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