“Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí”. (Lucas 16,25-26).
Hoy domingo, día del Señor, y somos presentados por esta Palabra donde somos invitados a reflexionar como esta nuestra conducta sobre Dios y sobre el prójimo, como nosotros estamos recibiendo, como has recibido los dones que Dios ha concedido.
Aquí, Jesús cuenta esta parábola del rico y del pobre Lázaro. Y aquí es interesante que el pobre tiene nombre, es Lázaro. Y el rico, ¿qué es lleno de riquezas y de dones? No tiene nombres. ¿Para qué? Para que yo y tu, podamos poner nuestro nombre. Pongamos nuestros nombres aquí.
Entonces, este rico tiene su nombre, el rico me representa, él nos representa aquí. ¿Por que? Porque nosotros también recibimos dones de Dios, recibimos bienes de Él. Y aquí, Lázaro, recibió el consuelo porque en toda su vida él ha sufrido, él quería que por lo menos las migajas de las mesa del rico cayese allí para que él pudiese alimentarse, pero ni eso el rico daba a él.
Este rico, mis hermanos, representa todos los dones que nosotros recibimos y que nosotros tenemos la oportunidad de compartir con los vários Lázaros que están alrededor de nosotros.
Tenemos muchos dones, vamos compartir para que el Reino de Dios pueda llegar a ese hermano
Hagamos un examen de conciencia. ¿Delante de los dones que nosotros hemos recibido, hemos compartido con los más pobres, con los más necesitados? Los dones que nosotros hemos recibidos, los dones que tu has recibido, solo hay sentido si él es compartido.
Así como Dios, nuestro Padre, ha compartido Sus dones, el Don — Su Hijo Jesús — a nosotros, también somos convocados por Jesús, el Don del Padre, que ha distribuido también Sus dones a nosotros, para que nosotros pudieramos dar a nuestros hermanos.
Hay personas que, como Lazaro, no quieren mucha cosa, pero el poco ya es suficiente. Porque, muchas veces, cuestionamos y decimos eso: “Pero tengo tan poco”. Pues, el poco que tu tienes puedes y debe ser donado al otro. Hagamos este examen de consciencia y pensemos: ¿los dones que tengo, los dones que tienes, nosotros hemos compartido?
Hacer una visita, dar alimentos básico, dar una atención para aquella hermana; dar Dios. Hay muchas personas que, sí, ya dan comida, ya dan muchas otras cosas materiales, pero solo un cristiano puede dar Dios. ¿Tu has ofrecido Dios para las personas, para los hermanos? Somos llamados, mis hermanos, delante de los dones que nosotros hemos recibido, también donar.
Dios nos ha dado todo, nos ha dado Jesús y necesitamos compartir ese Jesús con los nuestros. Vamos compartir espiritualmente y materialmente los bienes que Nuestro Señor nos ha concedido.
Existe una frase que me gusta mucho, que habla así: “Nadie es tan pobre que no pueda dar algo y nadie es tan rico que no pueda recibir algo”. Tenemos muchos dones, vamos compartir para que el Reino de Dios pueda llegar a ese hermano y a esa hermana.
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!