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Hermanos y hermanas, hoy celebramos la memoria de Santa Cecilia, Virgen y Mártir, Patrona de los músicos. Que todos los músicos sean bendecidos en este día y recurran a la intercesión de la Santa que hoy celebramos.
En el Evangelio de Lucas 19, versículos 45 al 48, el pasaje que hemos elegido para nuestra reflexión es el siguiente:
“Entró Jesús en el templo y se puso a echar fuera a los que vendían, diciendo: ‘Está escrito: Mi casa será casa de oración; pero vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones’. Y todo el pueblo lo escuchaba con atención” (Lucas 19, 45-48).
Palabra de vida eterna
¿No es interesante este pasaje? ¿No es interesante darnos cuenta de que, a pesar de toda la conspiración contra Jesús, el pueblo quedaba fascinado al escuchar la palabra que salía de su boca? Entonces, ¡es Palabra de Vida Eterna! Cristo es la Palabra, es el Verbo Encarnado. Esa palabra que fascina, que cambia la existencia, cambia nuestra vida para siempre.
Este información es muy significativa, porque la acción de esa palabra, ese fascinio, es atemporal. El fascinio de la palabra de Jesús no fue solo para las personas de aquel tiempo; nos alcanza ahora, en este momento, porque es palabra de vida eterna, que genera transformación. Entonces, en el mismo momento en que la escuchamos, genera transformación en nuestro interior. Ese fascinio permanece.
La gracia que debemos pedir a Dios, hoy, es estar constante y enteramente preparados para expresar, con nuestra vida, el fascinio que la escucha de la Palabra generó en nosotros. La Palabra de Dios genera transformación, y vamos a expresar todo eso con nuestra vida, con un comportamiento según la voluntad de Dios.
Y otra información que vemos es que Jesús expulsó a los vendedores del templo. ¿Por qué? Porque la finalidad de la casa de Dios es ser casa de oración, casa de recogimiento interior, casa de ponerse en comunión, y no casa de comercio, de realidades que nos vuelven más vacíos aún, sino de realidades que nos llenan.
¿Qué nos va a llenar? Todo esto que hemos escuchado ahora: la oración, el recogimiento interior y también el ponerse en comunión con Dios.
Por intercesión de Santa Cecilia, hoy, seamos entonces transformados, conducidos a ponernos en la presencia del Señor, en la casa del Señor, como casa de oración, como casa que nos transforma interior y exteriormente.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
