08 Jul 2019

Padres, recen por sus hijos

“Jesús se dio vuelta y, al verla, le dijo: «Animo, hija; tu fe te ha salvado.» Y desde aquel momento, la mujer quedó sana” (Mt 9, 22).

Hoy, vemos dos realidades en el Evangelio de sufrimientos que donen en el fondo del alma y del corazón. Primero, es el sufrimiento de un padre de familia, que se acerca de Jesús y le dijo: “Mi hija acabo de morir”. Aquel padre de familia era un jefe, y, ¿qué podría él ahora, mandar en la enfermedad, en la muerte? Él estaba siendo dominado por una tristeza profunda en el alma.

Quiere impotencia para un padre, para una madre que no puede hacer nada por su hijo cuando una enfermedad viene, muchas veces, tomar cuenta. ¡Yo veo la aflicción de una madre cuando su pequeño, aún en el regazo, queda enfermo! Y después, muchos otros sufrimientos! El mundo de hoy, tan fácilmente, roba nuestros hijos, mara poco a poco.

¡Que sufrimiento es para un padre y para una madre cuando las drogas, el alcohol, la vida desenfrenada, las practicas mundanas roban nuestro hijos! Lo que resta para estos padres, muchas veces, es llorar.

Queridos padres, queridas madres, Jesús es el Salvador de nuestra casa y de nuestra familia. Entreguen sus hijos a Jesús, pide lo que el jefe le pidió: “Impone tu mano sobre ella, y ella vivirá”. Piden a Jesús para poner Sus manos sobre sus hijos, pero necesitas también ser la mano de Dios tocando sobre ellos.

Padre y madre, recen por sus hijos, pero no solo un Padre Nuestro y una Ave María en el rincón de casa. Rece por sus hijos ya en el vientre. Cuando la madre embarazada, la primera actitud es alegrarse, pero, junto con la alegría, la segunda actitud puede ser rezar.

Rece, sea bendición, comunique la bendición para sus hijos

Hoy, desgraciadamente, ni bendición los hijos piden a los padres, y los padres mal dan la bendición a sus hijos. A veces, advierten para buscar el Señor después que algo de más grave ocurre. Rece, sea bendición, comunique la bendición para sus hijos.

Jesús quiere bendecir como Él bendición esta niña que estaba durmiendo. Nuestros hijos están durmiendo como nosotros también estamos durmiendo, y la mano de Jesús es para despertarnos, es para despertar nuestros hijos.

Si tu no consigues rezar por tu hijo cuando Él esta despertando, porque a él no le gusta, reza cuando él esta durmiendo, deja Jesús tocarlo. No permitamos que nuestros desanimen ni tu desanimes de cualquier situación que viva tu hijo. Reza, de verdad, poniendo tus manos bendecidas.

No hay gracia mayor que padres que rezan por sus hijos. Ocurre que muchos padres lamentan y lloran en un rincón y se organizan sin saber vivir del poder de la gracia y de la oración.

Reza por los suyos, porque tu es el canal comunicador de la gracia de Dios, a comenzar por su casa.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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