La oración ocurre en la sencillez del corazón, la oración es una relación amorosa con Dios
“Cuando pidan a Dios, no imiten a los paganos con sus letanías interminables: ellos creen que un bombardeo de palabras hará que se los oiga” (Mt 6,7).
Jesús esta enseñando como debemos rezar. La oración es la expresión mayor de nuestra relación con Dios; es la expresión de nuestra comunión con Él. Solo tenemos comunión con el Padre cuando tenemos vida de oración, y vida de oración exige dedicación y esfuerzo. La vida de oración es muy exigente, pero es ella que nos pone en sintonía de amor con Dios, Nuestro Padre.
Tres cosas son importantes para que nuestra oración sea eficaz: la primera es no multiplicar las palabras, es el imperativo que Jesús esta dándonos hoy. Muchas personas creen que van ser escuchadas rezando mucho, hablando muchas palabras, hablando más alto y gritando. Pero la oración ocurre en la sencillez del corazón, la oración es una relación amorosa con Dios.
Cuando se quiere conseguir algo de alguna persona, no se grita con ella o queda en la repetición. Con Dios nuestra oración tiene de ser de confianza y no de exasperación; no exasperar las palabras, los actos y ni las actitudes. Por supuesto, hay situaciones donde no estamos tan bien: situaciones que parecen que el desespero toma cuenta de nosotros, pero es, principalmente, en esta hora que nuestra confianza en Dios tiene que ser mayor, la oración que va en la serenidad de las palabras y de las actitudes. Es así que nos dirigimos a Dios.
Nuestra oración tiene que ser una mezcla de serenidad con las palabras que necesitamos decir, pero no necesitamos creer palabras bonitas, porque Dios no va escucharnos por la fuerza de las palabras que sabemos decir. Muchas veces las oraciones se convierten hasta teatrales y, a veces, rezamos más para los demás que para Dios. Con Dios se habla en la simplicidad porque Él es sencillo.
La segunda cosa importante es no dejar de poner el silencio. Nuestras oraciones han quedado muy ruidosas, llenas de cosas y no sumergimos en la fuerza del silencio. La oración eficaz es aquella que nos dirigimos a Dios como Nuestro Padre, tenemos confianza que Él es el Padre, que Él cuida de nosotros, que Él nos conduce por la mano y guía nuestro corazón.
La tercera cosa que en la oración jamás puede faltar es el perdón sincero que buscamos de Dios y, el perdón sincero que concedemos al hermano. Todos los días necesitamos pedir perdón a Dios y todos los días necesitamos perdonar nuestro hermano. El bálsamo de la oración es la fuerza del perdón.
¡Dios te bendiga!