06 Aug 2020

La oración es la anticipación de la gloria de Dios

“Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte alto. A la vista de ellos su aspecto cambió completamente: su cara brillaba como el sol y su ropa se volvió blanca como la luz” (Mt 17, 1-2)

Celebramos, hoy, la Fiesta de la Transfiguración de Jesús. Es una fiesta porque la Transfiguración es la anticipación de la Resurrección de Jesús, es la posibilidad de contemplarnos el Resucitado que después va resucitar en definitivo, cuando pasar por la Vía Crucis.

El Maestro Jesús cogió tres de Sus discípulos, amigos más cercanos de Él, para revelaren Su secreto. Llevando Pedro, Santiago y Juan para un lugar a la parte, subiendo la montaña sagrada ellos pudieran contemplar el Cristo glorioso, transfigurado y transformado. Más que eso, todo aquello que representa la Ley e los profetas. Jesús esta delante de Elías y de Moisés, porque Él es el Señor del tiempo, porque el tiempo en Él se consomé en la eternidad. Jesús, como el Padre mismo esta diciendo, es verdaderamente el Hijo de Dios. Los discípulos pudieran, de forma anticipada, contemplar la gloria futura.

Es necesario buscar el Alto como el lugar de la morada de Dios, y eso se hace por medio de la oración

Caminamos en medio a nuestra Via Crucis de la vida diaria, pero no podemos dejar de contemplar, adorar, glorificar y tener comunión con la vida eterna. No podemos dejar de buscar las cosas del Alto. Por eso, Jesús quito los Suyos para un lugar aparte, para guiarlos al Alto.

No es necesario siempre subir una montaña o un lugar más alto, pero es necesario buscar el Alto como el lugar de la morada de Dios, y eso se hace por medio de la oración.

La oración es la anticipación de la gloria, es nuestra comunión profunda con dios, es el lugar de transformación y de la transfiguración. Es en la oración que nuestros sentidos son renovados; nuestros sentidos se abren para la gracia de Dios.

Los ojos que muchas veces solo ven tragedias, horrores, miedos, necesitan ser transfigurados para contemplar la presencia de Dios en neutro medio. Nuestros oídos que escuchan muchas cosas malas y desastrosas, que entran para nosotros, nuestros oídos necesitan abrirse para escuchar el Señor, para dejar Dios hablar. Nuestra boca que, muchas veces, habla cosas negativas o malditas, nuestra boca y nuestra lengua necesitan ser transfiguradas para contemplar, adorar y decir: “¡Señor, es bueno estar en Tu presencia!”.

Celebremos la Transfiguración del Señor siendo invitados también para subir a la oración, para dejarnos de lado nuestras quehaceres, ocupaciones y preocupaciones para entretenernos y entrar en el corazón del Maestro para adorar, glorificar y exaltar a Él para que Su gloria brillo sobre nosotros.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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