“Y subiendo Jesús á Jerusalem, tomó sus doce discípulos aparte en el camino, y les dijo: He aquí subimos á Jerusalem, y el Hijo del hombre será entregado á los principes de los sacerdotes y á los escribas, y le condenarán á muerte; Y le entregarán á los Gentiles para que le escarnezcan, y azoten, y crucifiquen; mas al tercer día resucitará. Entonces se llegó á él la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, adorándo le, y pidiéndole algo. Y él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Di que se sienten estos dos hijos míos, el uno á tu mano derecha, y el otro á tu izquierda, en tu reino. Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís: ¿podéis beber el vaso que yo he de beber, y ser bautizados del bautismo de que yo soy bautizado? Y ellos le dicen: Podemos” (Mateo 20, 17-22).
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Jesús ha venido a este mundo y nos ofreció el ejemplo de alguien que gasto su vida se donando a los hermanos por amor. Esta oferta de vida nunca fue una actitud muy facil de ser comprendida. Hasta en los días de hoy, muchas veces, no conseguimos comprender con profundidad que es ese ofertar de vida.
Por tres veces, Jesús necesito preparar y anunciar a Sus discípulos lo que Él viviría. Jesús dijo abiertamente que sería preso, condenado, despreciado, crucificado y, aún hablando abiertamente por tres veces a los discípulos, él permanecerán como que sin creer o sin comprender exactamente lo que Jesús quería decirles, no comprendieran cual era el honor que Jesús estaba destinado.
Jesús había hablado de humillaciones, y los hijos de Zebedeo, por intercesión de su madre, pidieran a Él glorias, lugares de privilegio: sentarse uno a Tu derecha y otro a Tu izquierda en Tu reino. Podemos percibir que, de hecho, solo la total entrega de Jesús en la cruz, solo cuando Él fue crucificado, paso por la muerte y resucitó que fuimos capaces de comprender lo que Jesús nos hablaba.
La verdadera alegría, en honor del cristiano, esta en el servir, esta en amar como Jesús nos amó
Solo con esta entrega de Jesús en la cruz que los discípulos pudieran abrir el corazón para comprender cual era el honor que Él hablaba — el honor de la cruz, del sacrificio, el honor del ultimo lugar y del servicio. Solo las palabras no fueron suficientes para comprender, fue necesario la cruz.
La cruz abrió la comprensión de cual era el honor que Jesús estaba destinado. La Pasión de Jesús nos revela donde se encuentra la verdadera alegría, la verdadera gloria y la verdadera vida del cristiano. La verdadera alegría, en honor del cristiano, esta en el servir, esta en amat como Él nos amó, esta en donarse hasta el sacrificio de la propia vida; esta en ofrecer al otro el mejor lugar, esta es la alegria del cristiano. ¡Esta es el honor de aquellos que siguen Jesucristo!
Seguir Jesucristo es seguir ese camino de humildad, es beber del mismo cáliz que Él ha bebido – el cáliz de la oferta y de la entrega. Son estas virtudes que convierten verdadero el gesto de amor. El gesto de amor gana autenticidad en la oferta, en la donación y en el saber ofrecer al otro lo que tenemos de mejor.
Necesitamos pedir a Dios la gracia de superar nuestro egoísmo,nuestro pensar solo en nosotros mismos. Necesitamos pedir al Espíritu Santo la gracia de amar como Jesús amó, de revestirnos de las virtudes de Cristo, y es el Espíritu Santo que realiza eso en nosotros.
Si abrimos nuestro corazón para el Espíritu Santo, él nos enseñara a vivir la oferta que Cristo también ha vivido, a vivir este honor que Cristo también ha vivido: el honor de saber ofertar al hermano lo que tenemos de mejor, el honor de saber ceder el mejor lugar para nuestros hermanos.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!