“Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les hacía esta recomendación: «Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes». Ellos discutían entre sí, porque no habían traído pan. Jesús se dio cuenta y les dijo: «¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida. Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan” (Marcos 8,14-18).

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Entrar en la barca representa estar en la misión y, en esta altura de la misión, los discípulos ya habían contemplado, ya habían visto vários milagros de Jesús, vários prodigios que Él ya había realizado en la presencia de ellos, incluso el milagro de la multiplicación de los panes.

Los discípulos contemplaran el Señor multiplicando los panes para la gran multitud. Además, aún habiendo presenciado estos grandes hechos del Señor, los discípulos aparentan permanecer con el corazón endurecido por la falta de fe. Aún estando en un barco con Aquel que todo puede, aún tenían actitudes incrédulas.

No seamos incapaces de comprender que Jesús es el verdadero Pan de la vida

Preocupados por haber llevado consigo solo un pan, ellos olvidaron que estaban con el verdadero Pan de la Vida, que es el Señor; porque el Señor estaba con ellos en el barco. Preocupados en saciar el hambre del estomago, olvidaron que podían saciar el hambre de sus almas con el Pan de vida, aquel que es Jesucrito.

Por eso, Jesús busca despertar la memoria de los discípulos y, hoy, despierta nuestra memoria también, mostrando que nosotros estamos con el Señor. Por eso, no tenemos el porque de preocuparnos, pues el Señor esta con nosotros en el barco de nuestra vida.

Recordemos mis hermanos, todas las veces que el Señor realizo obra grandiosa en nuestra vida y, desde entonces recordemos esta obra, este milagro que el señor ya realizo en tu vida, das cuenta que Él sigue cuidando de nosotros.

No seamos discipulos incredulos e incapaces de compreender que Jesús es el verdadero Pan de la Vida, el verdadero Pan que sacia nuestra hambre — no hambre fisica, pero el hambre de nuestra alma. El Señor esta con nosotros y es Él quien, verdaderamente, va saciar toda nuestra hambre.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!