“Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed” (Jn 6, 35).
Jesús es el pan de la vida, y todos nosotros sabemos la importancia que el pan tiene en la vida humana. El pan es el símbolo de los alimentos en general. En realidad, todos nosotros tenemos necesidad de alimentarnos, y el pan es el alimento más antiguo que la naturaleza humana conoce.
En todas las cultura, el pan sirvió y sirve, de varias formas, para alimentarnos. El pan nos sana, y nos llenarnos de pan, quedaremos incluso quedamos llenos, ya veces de tanto comer mucho, vamos quedando gordo más de lo que podemos imaginar.
El pan puede saciarnos, pero él no puede darnos la eternidad, él no puede traer luz para nuestros problemas ni dirección para nuestra vida. Además, él puede darnos más problema; y llenamos mucho de pan y lo que él causa en nosotros.
Necesitamos del pan que nos alimenta verdaderamente, que nos sana y nos llena por dentro y por fuera. Este pan se llama Jesús, y Él no desprecia el pan de la Tierra, mucho que el multiplico.
Jesús es el primer y el más importante alimento del alma humana, del corazón de cada uno de nosotros
Jesús vino para decir que Él es el alimento, Él es el primer y el más importante alimento del alma humana, del corazón de cada uno de nosotros. Quien va hasta Jesús no tiene más hambre. Entonces, primera cosa que necesitamos hacer es ir al encuentro de Él, porque el encuentro solo ocurre si las partes dan los pasos. Dios dio Sus pasos, y los pasos más longos que podría haber dado. Dios vino por medio de Jesús hasta nosotros, ahora, es necesario que nosotros demos nuestro paso y hagamos nuestro esfuerzo. Es necesario decir que el pan esta allí, pero se levante para buscarlo. Si una panadería esta donando pan de, ella no va llamar en su puerta y decir: “Ven a mí entregar el pan”.
Somos nosotros que necesitamos ir atrás de Jesús, porque ÉL ya vino, esta entregandose todos los días por nosotros, pero si no buscamos, no nos saciamos. Una vez que buscamos, necesitamos creer en Él sobre todas las cosas, porque creyendo en Él no tendremos más sed.
El agua sana nuestra sed, pero después volvemos a tener la sed nuevamente. Sim embargo, Jesús nos sana de la sed de Dios, de la sed de la eternidad y de amor que todos nosotros llevamos en nosotros.
Permitámonos ser alimentados por Dios que nos dio Su Hijo, para que todo aquel que en Él cree tenga la vida.
¡Dios te bendiga!