“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Como sucedió en los días de Noé, así también va ocurrir en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en la arca. Entonces llegó el diluvio y los hizo perecer a todos” (Lucas 17,26-37).
Haz elecciones acertadas
Hermanos y hermanas, estamos acercando para el final de nuestro calendario litúrgico y también, por qué no decirlo, de nuestro año litúrgico. Estamos en el mes de noviembre, viviendo, ahora, el fin de este nuestro calendario litúrgico.
Seguramente que las lecturas tienden a ponernos en la dinámica del fin de nuestra existencia, que no es de ninguna forma una existencia destinada a esta realidad terrena. Por eso, un estilo de vida basado en comer, beber, casarse, no es de ninguna manera un ideal a alcanzar.
Los monjes, todas las noches, repiten el llamado memento mori, es decir, “recuerda que vas a morir”, como una munición, un sacudón a la propia conciencia de que la vida necesita ser vivida de una forma plena y llena de sentido.
La buena muerte
También Don Bosco, en su espiritualidad, enseñaba a los jóvenes el llamado Retiro de la Buena Muerte, práctica que, incluso, Canção Nova adoptó dentro de su espiritualidad, es decir, una revisión general, ya sea en la vida espiritual, ya sea en la organización de las cosas, de los bienes, de nuestras obligaciones. Sabiendo que podemos morir mañana, hacemos el retiro de la buena muerte, o sea, ponemos la casa en orden, ya sea la casa interna, pero también la casa externa.
Para el cristiano, saber de la muerte no debe ser nunca algo angustiante, sino un choque de realidad para que haga siempre elecciones seguras, que no dañen la propia vida ni la vida de los demás.
Si supiéramos que tendríamos un año de vida, seguramente, muchas cosas saldrían de nuestras prioridades.
Si fueran seis meses, quizás cosas esenciales estarían presentes en nuestra vida. Si fuera solo un mes, aún más, o si nos quedara solo un día, desde el amanecer, ya valoraríamos cada segundo de nuestra vida, cada abrazo, cada sonrisa, cada gesto de amor.
Reconsidera tus actos
Una ofensa, la perdonaríamos mucho más fácil, y no la guardaríamos en nuestro corazón. Es decir, el Evangelio de hoy debe interrogarnos más profundamente sobre las consecuencias de nuestros actos, para repensar muchas actitudes que estamos teniendo y podamos cambiar el rumbo de nuestra vida.
El tiempo es corto. ¡Convirtámonos!
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!



