“Ustedes saben en qué tiempo vivimos y que ya es hora de que se despierten, porque la salvación está ahora más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe” (Romanos 13,11).
Iniciamos este tiempo de gracia, el tiempo del Adviento, que es el tiempo que nos pone cada vez más cerca de la gracia del Señor. Fíjate, no es solo un tiempo de preparación para celebrar la Navidad, es el tiempo que nos prepara y coloca nuestro corazón más cerca del Señor que viene.
El Señor ya vino, Él viene y vendrá. El Señor viene a nuestro encuentro cada vez que nos acercamos a Él y abrazamos su gracia que llega hasta nosotros. Por eso, este tiempo especial de gracia, nos quiere colocar más cerca del Señor. Por diversas circunstancias, muchas veces, nos alejamos del Señor y necesitamos despertarnos, despertar porque el momento es ahora y, muchas veces, nos volvemos a dormir.
El Evangelio de hoy dice que, en el tiempo de Noé, todos estaban muy ocupados, atareados en sus compromisos y, en lo corridas cotidianas del día, perdieron la gracia de la salvación en el Arca de Noé.
Iniciamos el tiempo de la gracia, el Adviento que nos coloca cada vez más cerca de la gracia del Señor
En los días de hoy, estamos perdiendo la salvación porque estamos muy ocupados con nuestras tareas, obligaciones y no despertamos a la fe, no abrimos nuestros ojos para ver que el Señor está cerca de nosotros para lo abracemos cada día.
Vamos a proponer vivir la espiritualidad del Adviento, que nos haga atentos, despiertos, de ojos abiertos y fijos en Jesús, de modo que podamos revisar nuestra vida, nuestros comportamientos y acciones de vida, para que podamos hacer la voluntad del Señor en nuestra propia vida.
Despertémonos de todo sueño, lentitud y letargo que nos paraliza, nos adormece, para que no perdamos el tiempo de gracia.
Es hora de despertar, de levantarse, de abrir los ojos… No abras los ojos para ver las tiendas, los colores de Navidad que están en el mundo exterior. Abramos los ojos para mirar nuestro interior, para ver dentro de nuestro corazón, hacia dentro de nuestra alma, para rever y ver todo lo que necesitamos cambiar para estar más cerca del Señor.
¡Dios te bendiga!
