“Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco” (Mc 6, 31).
Jesús esta en Su misión de llevar la Palabra de Dios a los corazones heridos y tristes, corazones sedientos de la gracia de Dios. Y, muchas veces, Jesus se depara con numerosas multitudes y, movido por la compasión, Él se vuelve para Sus ovejas, para cuidar de las heridas, para cuidarlas. Jesús sabe cuanto estamos maltratados y heridos.
Pero quedo impresionado con la sutileza del corazón de Jesús, el Maestro. Porque, delante de la misión, Él no sutileza Sus apóstoles para ir solo predicar y anunciar. ¡No! Es necesario descansar: “Ven, pues, en un lugar separado. Ven solos y descansa un poco”. Porque el descanso es sagrado es sublime el descanso nos rehace y nos recría.
Estamos viviendo en una era de muchas enfermedades emocionales porque no sabemos cuidar de nosotros ni permitimos ser cuidados por Dios, entramos en una activismo acelerado de la vida que no paramos, el cerebro no para, la cabeza no para, e corazón vive todos los impulsos. Es necesario silenciar tranquilizar, salir del ruido, porque el corazón no fue hecho para las agitaciones constantes.
Es necesario ponerse en el silencio de Dios porque es allí que Él habla y se rehace
Lo que renueva el corazón, lo que renueva la mente es saber rehacerse en el desierto de la vida; y el desierto es e lugar del encuentro, es el lugar del silencio, es el lugar de rehacerse. Por eso, que queremos hacer las cosas, es necesario rehacernos primero, es necesario salir del hacer para poder hacer bien lo que tenemos para hacer.
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Nuestra vida quedo muy atropellada, accidentada, estamos, a veces, acumulando cosas sobre cosa. Es necesario dejar para retomar, es necesario tranquilizar para revigorarase, es necesario silenciar para poder escuchar, es necesario ponerse en el silencio de Dios porque es allí que Él hablar y se rehace.
La misión es grande, la misión es arduo; la misión de cada padre y de cada madre de familia, nuestra misión en este mundo, la misión de anunciar el Evangelio; es todo muy arduo y exigente.. Por eso, necesitamos cada vez más del descanso sagrado de Dios para rehacernos y para Él restaurarnos.
¡Dios te bendiga!
