“El primer día de la semana, muy de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro de Jesús, llevando los perfumes que habían preparado. Encontraron la piedra del sepulcro removida, pero, al entrar, no encontraron el cuerpo de Jesús y quedaron desconcertadas ante esto” (Lucas 24, 1-12).
La Sorpresa de Dios
El Sábado Santo, hermano y hermana míos, es algo sobre lo que necesitamos meditar: el silencio del Sábado Santo. Es decir, es un tiempo de espera, pero también un tiempo de luto. El Sábado Santo está marcado, pues, por esto.
Y lo interesante, mis hermanos y mis hermanas, es que las mujeres, que estaban profundamente tristes, van al sepulcro de Jesús para cumplir el ritual de la unción de su cuerpo, pero encuentran algo inesperado: el sepulcro estaba vacío.
El contexto de la Pasión es el de Jesús que muere en la cruz, Jesús que es sepultado, pero también el de Jesús que resucita. Y ¿cuál debe ser para nosotros la alegría de ese sepulcro vacío? La esperanza.
Dios no está muerto. Dios está vivo, y esta esperanza nos causa sorpresa. El sepulcro vacío es la señal de que algo extraordinario ocurrió; no fue simplemente que el cuerpo fuera robado o movido, algo mucho más profundo y transformador sucedió: ¡Jesús resucitó!
Este anuncio de la esperanza es el anuncio de la vida nueva, es el anuncio que transforma nuestro corazón. Por eso, hermanos míos, este momento nos recuerda que, a menudo, nos encontramos ante el sepulcro. Y este sepulcro que las mujeres encontraron vacío es la señal de nuestra esperanza, la señal de que vamos a atravesar y superar todas las realidades adversas que afectan nuestra humanidad.
Jesús resucita para darnos esperanza en la vida.
Sin embargo, hermanos míos, el sepulcro vacío nos invita a mirar más allá de la muerte y la destrucción que vemos ante nosotros. Es un símbolo de renovación y de vida nueva, algo que Dios realiza en momentos inesperados. Él está siempre más allá de nuestra comprensión inmediata, actuando en nuestra vida de manera sorprendente.
Lo que necesitas vivir en este tiempo de resurrección, en este Sábado Santo, es que Dios siempre nos va a sorprender.
¡El sepulcro está vacío, Él ha resucitado!
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!