“Está endemoniado. Luego vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: Es un comilón y un borracho, amigo de cobradores de impuestos y de pecadores. Con todo, se comprobará que la Sabiduría de Dios no se equivoca en sus obras” (Mt 11, 19).
La verdad es que el Señor Jesús se hizo pecador con los pecadores. Sin entregarse de alguna forma al pecado, pero para libertar los pecadores del pecado es que Él se hizo presente en el medio de ellos.
Para algunos eso es una ocasión de escándalo, porque Él come con los pecadores, Él esta junto con los cobradores de impuesto. En otras palabras, el Señor esta en neustro medio, Él se junto a nosotros pecadores para libertarnos de esta condición de pecado.
La cuestión fundamental es que son los religiosos que se escandalizan con Jesús, son los religiosos que condenan a Él, porque, en realidad, las personas que creen religiosos condenan aquellos que son pecadores.
La función de la religión no es condenar, pero es salvar. La función de la religión no es poner un peso, pero es libertar. La función de la religión es reactivar y no desconectar el hombre de Dios. Por eso, más que nunca, necesitamos ser de la religión de Jesús, sernos discípulos y seguidores de Él.
El Señor esta en nuestro medio, Él se junto a nosotros pecadores para libertarnos de esta condición de pecado
Necesitamos aprender con Jesús a vivir la religión que nos pone en la verdadera comunión con el Padre. Y esta religión no excluye nadie; ella no excluye los pecadores, ella no excluye los hombres que para nosotros son perdidos.
Si aún podemos mejorar, ¿por que para el otro no podemos? Si para nosotros hay salvación, si el amor de Dios nos rescato, necesitamos, en realidad, ser canal de rescate para los demás.
A veces, Dios nos rescata de pecados incluso grandes, nos liberta de situaciones de vida muy opresoras, nos liberta de vicios que nos esclavizan, pero el más difícil es libertarnos de la hipocresía religiosa, porque nosotros, muchas veces, experimentamos la misericordia de Dios en nosotros, pero no sabemos ser misericordia para el otro.
Necesitamos permitir que, en este tiempo de gracia, la misericordia de Dios nos alcance, porque solo ella puede libertarnos de la hipocresía religiosa, solo ella puede libertarnos de vivir una religión de apariencias, donde parecemos santos y justificados, pero estamos condenando el Señor, porque Él come y se sienta con los pecadores.
Necesitamos hacernos uno con los otros para traernos los demás para el camino de la gracia. Así hizo el Maestro Jesús.
¡Dios te bendiga!
