“Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él” (Jn 3, 16-17).
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Mis hermanos y mis hermanas, hoy la Iglesia celebra la Exaltación de Santa Cruz. Exaltar una cruz, ¿un pedazo de madera? ¿Exaltar una de las formas más crueles de condenación durante el Imperio Romano? ¡Absolutamente no! ¡No es exaltar el masoquismo, el gusto por el sufrimiento, pero es exaltar el amor exagerado de Dios por la humanidad!
Así como nos recordo el texto de hoy: no puedes amar el sufrimiento en sí mismo, pero se puede soportar el sufrimiento por amor a alguien.
Por supuesto que Dios no quisó aquel sufrimiento para Su Hijo, pero Jesús soporto aquel sufrimiento externo por amor a mí y a ti. Dios, de hecho, amó tanto el mundo, al punto de subir en la cruz y morir por todos nosotros.
Exaltar la cruz no es para hacernos sentir culpa por la muerte de Jesús debido nuestros pecados, pero es recordarnos lo mucho que valemos a los ojos de Dios.
Cristo esta de tu lado, ayudando a ti a soportar el peso de tu cruz
Al contemplar un crucifijo nosotros recordamos del gran amor que Dios dedico a cada uno de nosotros, ha dado a cada uno de nosotros. Por eso, la cruz es una señal distintivo para el cristiano; ella no es un adorno del cuello, no es una pulsera de brazo o un sencillo objeto. ¡Es una vida, es un estilo de vida, es la vida de Cristo que nos recuerda el amor de Dios!
Tal vez tu necesitas cambiar un poco tu oración. Muchas veces, en el medio del sufrimiento o de la tribulación, decimos: “Señor, líbrame de esta cruz. Líbrame de este sufrimiento”. Pero, tal vez, debemos aprender a decir: “Señor, enseñame a llevar esta cruz”. Porque ella no es maldita, porque Aquel que ha muerto sobre la cruz trajo la bendición para nuestra vida, incluso en medio a los sufrimientos.
Tal vez tu nunca has exaltado el Santo que esta en la cruz, pero te has fijado en el dolor y en sus probaciones. Experimenta, hoy, lanzar, en la cruz de Cristo, todas tus cruces, todos tus sufrimientos, porque Dios llego al extremo nos amando así. Él no paro por el camino, por eso sigue con Cristo, Él esta de tu lado, ayudando a ti a soportar el peso de tu cruz; ella es redentora, ella no es una maldición.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!