06 Oct 2021

El secreto de la oración es estar en la presencia del Padre

“Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos” (Lc 11, 1).

Jesús es el hombre que reza, aquel que reza en todo tiempo y lugar, aquel que se recoge para estar en la presencia de Dios. Y una vez que Jesús estaba rezando en un lugar – porque en todos los lugares que Jesús iba, Él primero se retiraba para rezar – , es que Sus discípulos comenzaron a darse cuenta, tener consciencia de que el Maestro rezaba, y ellos querían saber el secreto de Jesús, por que Él se volvia con muchas intensidad para la oración.

El secreto de la oración es, primero, querer rezar, es tener voluntad de estar en la presencia de Dios en todo tiempo y lugar. El secreto de rezar no es ninguna formula mágica, pero es la intensidad del alma y del corazón en la búsqueda de Dios. Es necesario querer estar en Dios, porque hay momentos que estamos demasiados en nosotros, conectados con nuestros problemas, aflicciones y perturbaciones, hay momentos que estamos siendo guiados por nuestras vanidades, hay momentos que estamos centrados en muchas cosas de este mundo que no estamos entero en la presencia de Dios.

Basta ponernos en la presencia de Dios, que esta en nuestro medio, para que la oración venga de nuestra alma y de nuestro corazón

Cuando Jesús se retiraba, quiere decir que Él quitaba todo para ser todo de Dios. Para rezar, necesitamos estar enteros en la presencia de Dios, y es porque no sabemos rezar que tenemos que tener la humildad de pedir: “Enséñanos a rezar”.

Jesús nos enseña que oración es ponerse en la presencia del Padre, oración es glorificarse, exaltar, santificar, alabar y bendecir aquel que es nuestro Padre. Basta ponernos en la presencia del Dios, que esta en nuestro medio, para que la oración venga de nuestra alma y de nuestro corazón. Sé que nosotros, muchas veces, por causa de las aflicciones, queremos transformar nuestras oraciones en pedidos y suplicas. Podemos, sí, pedir y suplicar, pero tenemos que, primero, ponernos en la presencia de este Padre, sernos por Él amado, cuidado, curado y transformado. Tenemos que pedir a este Padre que nos ponga en Su Reino, que nos quite del reino de las tinieblas que esta dentro de nosotros, de las confusiones que están dentro de nosotros; y que nos ponga, de hecho, en la presencia de Su Reino.

Es en el Reino que nosotros realmente suplicamos el pan necesario, el alimento necesario para nuestra vida cotidiana, es en la presencia de Dios que buscamos el perdón y nos abrimos para perdonar unos a los otros. Es en la presencia de Dios que suplicamos la gracia para vencernos las tentaciones de la vida, por eso rezar y comulgar con Dios, es ponerse en la presencia de Él en espíritu y verdad, y sernos tomados por el Señor que esta en nuestro medio.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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