11 Jun 2021

La sangre del corazón de Jesús da la vida a nuestra vida

“Sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua” (Jn 19, 34).

Celebremos con todo amor de nuestro corazón, la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Ese corazón que tanto nos ama, ese corazón que se compadece de todos nosotros.

La Iglesia nos da la gracia, después de la Solemnidad de Pentecostés, de volvernos para el corazón de Jesús. ¡Y que bendición! Porque es en el corazón que todo es guardado, es en corazón que todo se vive. El corazón es la sede de nuestras emociones, de nuestros sentimientos y de nuestros afectos.

¡Necesitamos cuidar de nuestro corazón! Y aquí no hago referencia solo a nuestro corazón físico porque necesitamos por supuesto cuidar bien de él. Pero hasta para cuidar bien de ese corazón físico, ese corazón donde están nuestras batidas de la vida, donde tocamos en él y en él nos da toda esa gracia de estar vivos, para que ese corazón esté funcionando bien, es necesario cuidar de aquello que esta dentro de nosotros.

Nuestra referencia es el corazón de Jesús, porque el corazón de Jesús es el corazón moldado en el corazón del Padre. Es el corazón hecho en el designio y en el amor de Dios.

La sangre en el corazón de Jesús es que trae humildad y sobriedad para nuestro corazón

El corazón de Jesús el corazón humano, el corazón que vino hasta nosotros para convertirse semejante a nosotros y sanar nuestro corazón herido, nuestro corazón muchas veces lleno de las trabes que vamos asumiendo a lo largo de la vida. Por eso, el corazón de Jesús es el refugio para el corazón oprimido y herido.

Es de corazón de Jesús que escuchamos el más doce y suave invitación: “Ven a mí, todos vos que estás cansados y oprimidos, en mí encontrareis descanso porque soy humilde y maso de corazón” (Mt 11, 28-29). Así es el corazón de Jesús y, por eso, en el corazón de Él encontramos refugio, descanso, cura, liberación y restauración, porque Jesús paso por los cansancios humanos, por las contrariedades de la vida terrena, porque Él encontró muchos oposiciones en este mundo, pero no dejo su corazón ser llevado por los sentimientos negativos de esta vida. Él no entrego su corazón al resentimiento a la tristeza, al odio a la venganza por el contrario, Él mantuvo su corazón en la mansedumbre y en la humildad.

El corazón de Jesús quiere ser cura para nuestro corazón. Por eso de tu lado abierto en la cruz, chorra sangre y agua. La sangre del corazón de Jesús da vida a nuestra vida, embriaga nuestro ser para fortalecernos, para darnos realmente la prenda en el combate. La sangre en el corazón de Jesús es que trae humildad y sobriedad para nuestro corazón.

El lado abierto del corazón de Jesús brota agua que nos lava en el bautismo, que nos purifica, nos revitaliza y nos robustece. Dejémonos ser bañados lavados, purificados y fortalecidos en el sagrado corazón de Jesús que nos cura y nos liberta.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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