20 Apr 2018

El Sangre de Cristo purifica nuestra vida

La sangre de Jesús no solo nos purifica de nuestros pecados, sino que fortifica nuestra vida para que tengamos fe, sentido y dirección

“Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes” (Jn 6, 53).

Necesitamos y queremos tener la vida, pero para tenerla es necesario que la vida eterna de Dios entre nosotros. No descuidamos de la comunión con Dios, no descuidemos del Cuerpo y el Sangre del Señor (….) y queramos la vida en el sentido más pleno, en el sentido más glorioso, la gloria eterna.

La gloria es contemplar Dios siempre, pero la gloria comienza cuando vivimos la comunión con Él. Tal vez haya sido duro para los judíos comprender el significado de eso.

Fuimos acostumbrados a comer la carne de los animales: del pollo, del pescado; la carne bovino; pero toda ellas son solo un alimento que nos sana (……), pero cuando pensamos en la Carne del Hijo de Dios, debemos pensar en la vida que en ella esta, que vivió la santidad, en la Carne que vivió la vida plena de Dios en nuestro medio.

Es algo muy divino, muy sublime, pues por medio de esta Carne, el Eterno entra en nuestro ser corporal, mortal, inflamado de pecados, de errores, de incoherencias, pero cuando permitimos que la Carne de Cristo entre en nosotros, Él nos transfigura, nos transforma, y nuestra vida asume otro sentido.

No podemos esperar estar plenamente santos para recibirnos la Carne del Señor, por el contrario, nuestra debilidad tiene que ser del Señor. Nuestra carne para ser santificada, necesita de la Carne del Señor; nuestro cuerpo necesita del Cuerpo del Señor. Por eso, es necesario tener hambre de la Eucaristía, necesitamos del Cuerpo del Señor el alimento de nuestra vida, necesitamos sumergir en Él, tomar consciencia de que Él nos santifica de la punta de los pies hasta el hilo de nuestro cabello. Cuando vivimos esa comunión, Él santifica nuestros pensamientos y sentimientos.

La Sangre de Cristo es el símbolo mayor de la vida; La Sangre vertiendo es la la vida que parece. La Sangre que recibimos es la vida que ganamos como don del Alto. La vida nunca más nos será quitada cuando nos saciamos de la Sangre del Señor. La Sangre de Jesús no solo nos purifica de nuestros pecados, como también, fortifica nuestra vida para que tengamos fe, sentido y dirección.

Que seamos tomados por la presencia del Cuerpo y Sangre del Señor, que santifican nuestro cuerpo y nuestra vida.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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