02 Apr 2018

El Resucitado vence el miedo de nuestro corazón

El Señor Resucitado es Aquel que va sanado nuestra vida de muchas tensiones y miedos que nosotros vivimos

“Jesús les dijo: «No tengan miedo. Vayan ahora y digan a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allí me verán.” (Mt 28, 10).

Las mujeres fueron deprisa ara el sepulcro, ellas estaban con miedo, pero al mismo tiempo, corrieron con grande alegría, porque querían dar la noticia del túmulo vacío a los discípulos. La noticia de que el Señor estaba vivo trajo grande alegría al corazón de aquellas mujeres, pero no fue una alegría suficiente para vencer el miedo que aún da miedo al corazón de ellas.

En este tiempo Pascual, en el cual fuimos iluminados en este lunes de Octava de la Pascua, es un tiempo en que somos invitados para ir al encuentro del Resucitado y permitir que Él aparezca en nuestra vida, aparezca en las situaciones mas obscuras de nuestra mente y enfrenta el miedo de nuestro corazón.

El Señor Resucitado es Aquel que va sanando nuestra vida de muchas tensiones y miedos que nosotros vivimos. Las mujeres estaban con miedo de lo que ocurrió con Jesús, pudiera suceder con ellas: ser perseguidas, presas, muertas; porque eran seguidoras de Jesús. Ellas no querían abandonarla, nunca dejaran de creer en Él, mismo Él estando muerto, sin embargo, el problema no fue la fe, pero fue la fe sacudida por el miedo.

Cuando miramos para nuestra vida, sabemos cuantos sacudidas el miedo provoca en nosotros. El miedo provoca terremotos en nuestra propia estructura interior, en nuestras emociones, en nuestros sentimientos, en nuestros afectos, en nuestras decisiones y decisiones en la vida. Tenemos miedo de no funcionar; miedo de decepcionarnos; miedo de ser reprendidos; miedo de no conseguirnos. Tenemos miedo hasta de lo que va ocurrir después de la muerte; tenemos, miedo de las situaciones.

El miedo va creando barreras dentro de nosotros, él nos aprisiona. El miedo no solo nos convierte personas con miedosas, pero también, arranca nuestra coraje, quita nuestro estimulo, nos deja aprisionados dentro de una cueva. Por causa del miedo nosotros encogemos, no salimos para testimoniar que Él esta vivo.

Permitamos que Jesús venga sanar los miedos de nuestro corazón. La palabra de orden de Él es justamente esta: “No tengas miedo”; “Id anunciar”; y no podemos anunciar con miedo, no podemos realizar la obra de Dios con eficacia, si el miedo toma cuenta de nuestro corazón.

Que el Resucitado, Aquel que vence la muerte; vence todo lo que el miedo provoca en nuestra vida.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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