Lo que esta dentro de nuestro corazón, de nuestra alma, mente y voluntad necesita ser purificado por Dios

“Un leproso se acercó, se arrodilló delante de él y le dijo: «Señor, si tú quieres, puedes limpiarme. Jesús, pues, bajó del monte, y empezaron a seguirlo muchedumbres” (Mt 8, 2-3).

La voluntad de Dios es que quedemos limpios y puros. Si una madre quiere su hijo muy limpio, el niño cuando nace, lava a cada día, con cuidado!, pues aquella piel hermosa y maravillosa de un niño, como es cuidada para que quede muy limpio!

Vamos creciendo y los poros van abriendo, pero suciedad van entrando en nosotros. Así, el trabajo y la aplicación para quedar limpio necesita ser mayor, incluso los baños necesita aumentar para que la limpieza ocurra en nosotros. Hay una limpieza más profunda y necesaria, no descartando la limpieza corporal. Nosotros, que somos limpios, queremos lavarnos hasta diez veces por día, pero el alma esta llena de suciedad, maldades y cosas impuras. ¡Si fuéramos abrir nuestra cabeza, lo que tiene de cosa vieja, estropeada, mundana, pornográfica aquí dentro de nosotros!

Ese leproso que se acerca de Jesús dice: “Tú tienes el poder de purificarme”. Jesús respondió lo que, de hecho, Él deseaba para nosotros. Lo más difícil no es aquel leproso que estaba con la carne sucia, con mal olor por causa de toda la situación que era la lepra en aquella época. Existe una lepra mayor en la humanidad, que la sanación solo viene del Cielo. Aquello que esta dentro de nuestra alma, de nuestro corazón, de nuestra mente, de nuestra voluntad necesita ser purificado por Dios.

La purificación solo ocurre cuando queremos, cuando permitimos, cuando la buscamos y dejémonos ser purificado por Dios.

Cuando somos niños, nuestra madre tiene que llevarnos para lavarnos, pero, después que nos volvemos adultos, ni atarnos podemos hacer la higiene de que necesitamos.

Dios no puede forzar ninguno de nosotros, pero necesitamos expresar para Él y para el corazón de Él lo mucho que queremos y necesitamos quedar limpios, sacar de dentro de nosotros estas cosas viejas, estas trampas que hacen de nosotros esa persona impura. La boca habla de aquello que el corazón esta lleno. Esta saliendo mucha cosa vieja de nosotros, porque hay mucha cosa vieja en nuestro interior.

Permitamos que Dios nos purifique con Su amor y Su bondad.

¡Dios te bendiga!