En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “ Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; porque yo voy al Padre. Entonces se dijeron algunos de sus discípulos unos a otros: ¿Qué es esto que nos dice: Todavía un poco y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; y, porque yo voy al Padre?” (Jn 16, 16-17).
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Mis hermanos y mis hermanas, “Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis”. ¿Que mistério es ese oculto de Jesús en la vida de Sus discípulos? Seguramente, tu ya has experimentado en tu vida cuando todo parecía perder el sentido, cuando las tinieblas cubren sus ojos y tu has perdido el rumbo de tu vida.
Nosotros no estamos hablando de una juego de Jesús, como si fuese un escondite para engendrar tristeza en Sus discípulos. Él esta hablando de su muerte, y esto causa, inmediatamente, el oculto del rostro de Dios. Cristo habla también de su Resurrección, y esta es la restitución del rostro de Dios, renovando en el misterio de la entrega total de Su Hijo.
Jesús promete la vuelta de la revelación del rostro de Dios glorioso
Jesús promete la vuelta de la revelación del rostro de Dios que va ser, enfim, glorioso y revelara plenamente nuestro propio rostro. Por eso te invito, hoy, a reflexionar sobre estas pausas en tu vida. Pausas entre el dolor y la alegría, entre la angustia y la paz, entre la opresión de un pecado y la liberación de él. Estas pausas, que son claramente crueles y engendran miedo, pueden también traer con nosotros novedades del Espíritu y el nuevo de Dios para nuestra vida.
Acuérdate de que todos estas pausas son solo un velo en el Rostro de Cristo, pero rápidamente este velo va ser quitado y tu vas contemplar nuevamente la luz del Señor en tu camino. No te desesperes en estas pausas. ¡Confía en Dios, acuerdate y renueva tu esperanza y tu confianza en el Señor!
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!