“Un día estaban ayunando los discípulos de Juan el Bautista y los fariseos. Algunas personas vinieron a preguntar a Jesús: «Los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan; ¿por qué no lo hacen los tuyos?» Jesús les contestó: «¿Quieren ustedes que los compañeros del novio ayunen mientras el novio está con ellos? Mientras tengan al novio con ellos, claro que no pueden ayunar. Pero llegará el momento en que se les arrebatará el novio, y entonces ayunarán” (Marcos 2,18-20).

Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:

Bueno, mis hermanos, hoy nosotros tenemos como temática de este Evangelio la realidad del ayuno. Los discípulos de Juan y los fariseos están preocupados con la observancia del ayuno; en lugar de se preocuparen con los frutos del ayuno en la propia vida, les molesta el hecho de otros no hacer.

Es interesante porque, muchas veces, nuestra experiencia cristiana pasa por esta tentación; nuestra experiencia religiosa, muchas veces de fijar nuestra mirada en el otro y dejamos de experimentar lo que Dios esta haciendo en nosotros.

Hoy, gustaría también de hablar contigo sobre esta realidad de ayuno, porque el ayuno cristiano tiene elementos que van más allá del hecho de no comer carne o no comer un otro alimento, es más que eso.

La Ley Eclesiástica nos habla que: En los días prescritos, los fieles se dediquen de forma especial a la oración, hagan obras de piedad y caridad, renuncien a sí mismos, cumpliendo más fielmente las propias obligaciones”. (cf. Cân.1249).

La esencia del ayuno es la relación con el Esposo, que es Cristo

Mira, el ayuno no puede ser una práctica vacía e aislada de estas otras realidades, porque ayuno es un crecimiento en todos los aspectos, de la caridad, en la piedad, en la renuncia a sí mismo y en el cumplimiento fiel de todas nuestras obligaciones.

La Madre estableció que todas los viernes es un día penitencial, y ella nos habla que, en estos días, los fieles se abstienen de carne o de otro alimento o practiquen alguna forma de penitencia, principalmente obra de caridad o ejercicio de piedad. Eso necesita quedar muy claro para nosotros, porque, muchas veces, nosotros no leemos en las lineas que la Iglesia nos habla: abstener de carne o de otro alimento o practiquen alguna forma de penitencia, principalmente la caridad y el ejercicio de piedad.

¡Por ejemplo, en un viernes, si tu no puedes abstenerse de algún alimento o carne, tu puedes hacer un Vía sacra, rezar un Vía sacra con piedad y devoción; tu has cumplido tu viernes penitencial! Porque la Ley Eclesiástica para nosotros, aquí del Brasil, nos ha dado esta posibilidad de cambiar la abstinencia de carne por una otra obra. Entonces, necesitamos abrirnos también a esta realidad.

Pero el importante es que el meollo del ayuno — y el Evangelio de hoy nos da esta indicación muy bonita — , es la relación con el Esposo; el meollo, la esencia del ayuno es la relación con el Esposo, que es Cristo. La ausencia del alimento nos recuerda la ausencia del Esposo, la presencia del alimento nos indica la presencia del Esposo.

Entonces, el ayuno necesita llevarnos a esta relación intima con el Cristo; cuando quitamos un alimento, recordandonos también de la ausencia del Esposo, y cuando nosotros hacemos fiesta, cuando vivemos una Solemnidad y podemos comer determinado alimento, recordamos de la fiesta, que es la presencia del esposo en nuestro medio.

Pidamos al Señor la gracia de disfrutar de esta practica espiritual tan bella, pero con profundidad.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!