30 May 2019

El Espíritu transforma nuestras tristezas en vida nueva

“Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo” (Jn 16, 20).

Sabemos que hay falsa y verdadera alegría. La falsa alegría es aquella que viene, de hecho, de cosas falsas y engañosas. Hay aquellos que viven una alegría movida por las drogas, por el alcohol; hay aquellos que se alegran con el mal, con la injusticia, hay personas celebrando cuando el mal ocurre en la vida del otro. Hay aquellos que se alegran con cosas licitas, maliciosas, y esta es la falsa alegría, es la alegría enferma, que entorpece el alma y el corazón humano.

A veces, experimentamos ciertas tristezas en la vida, pero es mejor experimentar la verdadera tristezas que viene de la verdad de lo que la falsa alegría del mundo, porque la falsa alegría es del infierno, es la alegría del maligno, es la alegría que viene para iludir, engañar y en los entorpecer en esta vida.

Aprenda una cosa: toda tristeza que experimentamos en Dios es momentánea y pasajera. No podemos quedar presos a ninguna tristeza, pero tenemos el derecho de quedar tristes, porque las situaciones nos entristecen.

Quedamos tristezas con las injusticias del mundo, quedamos tristes cuando las personas queridas que quedan enfermas, enfermas o están sufriendo. La tristeza da un dolor en el alma cuando vemos un los nuestros, por más convicciones que tengamos en la eternidad, pero cuando perdemos alguien de esta vida para Dios, nuestro corazón se entristece. ¡Incluso Jesús se entristece con la muerte de su amigo Lazaro!

Nos entristecemos cuando hacemos todo bien, pero alguien nos hace caer. ¡Es injusto con nosotros! Hay momento de tristeza en la vida, además, de una verdad necesitamos convencernos siempre: la tristeza puede incluso llamar a nuestra puerta, ella solo no tiene el derecho de vivir con nosotros, de permanecer para siempre en nuestra vida.

Entregamos al Espíritu tristezas que están acumuladas en la penumbra de nuestra alma y de nuestro corazón

Aquel que alegro para siempre nuestro corazón vive con nosotros, es el Señor de nuestra vida. Una alma solo entrega a la tristeza profunda cuando no deja Jesús habitar plenamente en ella. La Palabra mismo dice: “La vuestra tristeza se transformara en alegría”, eso es el poder de Dios, es la acción del Espíritu, no es decir que no quedaremos tristes.

Pasamos por momentos de tristezas y, muchas veces, tristezas pesadas y dolorosas, pero el poder y la gracia de Dios, Aquel que transforma muerte en resurrección, Aquel que seca nuestro llanto, transforma nuestra alegría en alegría plena, transforma nuestro luto en vida nueva.

Entregamos a Dios nuestra tristeza, entregamos al Espíritu tristezas que están acumuladas en la penumbra de nuestra alma y de nuestro corazón, que no permitimos Dios sanar.

No permita vivir ninguna tristeza por un largo tiempo en tu vida, pero permita que la fuerza del Espíritu transforme cualquier tristeza en vida nueva.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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