10 Mar 2019

El Espíritu Santo nos guía hasta el deserto porque él es necesario

Dios, por Su Espíritu, nos guía al desierto para purificarnos de muchas cosas que no corresponden a la voluntad de Él en nuestra vida

“Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre”(Lc 4, 1-2).

La liturgia de hoy nos pone en comunión con la Cuaresma de Jesús. Por cuarenta días Él fue guiado por el Espíritu al desierto, y, en el desierto, el Espíritu lo guiaba.

Aquí, es muy importante tomar consciencia de eso, porque el Espíritu Santo nos guía hasta el desierto porque él es necesario. El desierto es el lugar del encuentro con contigo mismo; es el lugar del vaciamiento; es el lugar donde nos llenamos por la gracia de Dios.

Pero cuando nos ponemos para ir al desierto, enfrentamos tentaciones. Jesús no tenía el mal dentro de sí, era el mal externo que lo impelía. Pero, dentro de nosotros hay muchos demonios que no quieren salir de nuestra vida. Demonio de la acomodación, de la gula, de los placeres, del egoísmo, de la soberbia, de la voluntad propia. Necesitamos ir para el desierto para combatir a los demonios que atormentan nuestra vida; para purificar nuestra alma y nuestro corazón.

Somos tentados cuando queremos expulsar estos demonios de nosotros, porque ellos no quieren salir de nuestra vida. Además, si dejamos ser guiados por el Espíritu, en el poder de la Palabra vamos combatir las tentaciones de nuestra vida. En este tiempo de gracia, somos llamados a no solo dejar de comer y hacer una penitencia, pero también, somos llamados a combatir el mal.

Jesús combatió el mal de la tentación, del placer, de la gula. El hombre de Dios no vive solo de lo que come, de los placeres de esta vida, y sí de lo que es la Palabra de Dios. Por eso, el sentido primordial para encontrarnos con nuestra espiritualidad es de volvernos enteramente para la Palabra de Dios. Necesitamos dejar que ella guie nuestra vida.

Jesús, en el desierto, fue llevado por el demonio para ser tentado por la gran tentación de tener, el poder. ¿Quien de nosotros no quiere tener todo? ¿Quién de nosotros es tentado por el consumismo, por el deseo de poseer? Esta dentro de nosotros suscitando la codicia. Necesitamos vencer a este demonio terrible que, muchas veces, esta dentro de nosotros y quiere incentivar para que vivamos en el consumismo. La personas, hoy, no se mide por lo que ella es, y sí por lo que ella tiene. Es la tentación de los tiempos en que vivimos.

Hay otra tentación que es la deshonrar el nombre de Dios, o aún, tomar el nombre de Él en vano. El demonio invita a Jesús para lanzarse, y así Dios podría ayudar. Poner Dios a prueba, poner Dios de formas que no sean necesarias incluso en la practicas equivocadas que hacemos y, después, tirar todo para cima de Él es una terrible tentación.

Es una tentación terrible elevar la vida en nombre de Dios, en todo poner Dios, pero las practicas no corresponden a la voluntad de Él. Por eso, Jesús dice: “No vas tentar el Señor, Tu Dios”.

No vamos intentar poner Dios donde Él no esta y no intentemos para nuestras necesidades, donde tiramos todo para cima de Él. Dios, por Su Espíritu, nos guía al desierto para purificarnos de muchas cosas que no corresponden a la voluntad de Él en nuestra vida.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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