Naquele tempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio. (Jn 15,26-16,1a).
Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:
Mis hermanos y mis hermanas, Jesús comienza a hablar de ese Defensor. Nosotros estamos en la sexta semana de la Pascua; dentro de poco, nosotros celebraremos Pentecostés, y la propia liturgia ya va guiándonos para ese misterio. Jesús, hablando del Defensor, quiere decir que nosotros vamos tener ataques hacia delante, y si nosotros necesitamos de un defensor, es justamente para librarnos de ese ataque. Jesús ya sabia que nosotros, Sus discípulos, enfrentaríamos grandes objeciones debido de la adhesión al Reino de Dios.
Dolorosamente, existe quien aboga por la injusticia, por el crimen, por el error, por los dolorosos, pero, con el Espíritu Santo, eso no funciona. El Espíritu Santo no aboga para estas realidades, Él no aboga para quien no ama el Cristo. Es una cosa que necesitamos pensar. El Paraclito no viene sellar nuestros errores y pecados; Él sigue una de las cosas básicas en la preparación de la defensa de un acusado: “¡Dígame toda la verdad, porque si el acusado no habla la verdad ni para su abogado, va quedar difícil defenderlo! La diferencia es que el Espíritu Santo defensor, no manipula esta verdad, Él la confronta con la “verdad co n V mayúsculo”, para que el acusado se ajuste en la vida; y si has cometido algún error, que él nunca más comete, que él se convierta, que él cambie.
El Espíritu ya fue derramado sobre nosotros, fue puesto de nuestro lado, como nuestro defensor
El bonito en esta historia es que, en tratándose de pecado, nosotros ya tenemos nuestra sentencia anulada, justamente porque Cristo asumió, y Él ha destruido esta sentencia cancelando la culpa que pesaba sobre nosotros. Ahora, nosotros tenemos el Espíritu Santo en nosotros, no solo para dar los dones maravillosos – ¡y como es bueno pedir al Espíritu Santo sus dones carismáticos! – o rezar de forma fervorosa. Nosotros tenemos el Espíritu Santo a nuestro lado para recordarnos, constantemente, quien nosotros somos y quien nosotros debemos ser, Él nos ayuda a ser los testigos de Cristo en medio a las contradicciones que el mundo nos hace.
Vamos hacia el rumbo en Pentecostés, pero sabiendo que el Espíritu ya fue derramado sobre nosotros, fue puesto de nuestro lado, como nuestro defensor, como nuestro Abogado, para que nosotros nunca nos perdamos en el camino y en la imitación de Cristo.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!