06 Jun 2019

El Espíritu opera la comunión entre nosotros

“No ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Jn 17, 20 – 21).

El mundo no cree en Dios. El mundo no cree en Jesús. Solo una pequeña porción, en medio de la multitud de billones de seres humanos, creen en Dios y en Cristo Jesús. La mayoría de la humanidad no sigue Jesús, y por supuesto que uno de los principales motivos para eso es la falta de amor y comunión entre aquellos que creen en el Cristo. Nadie va, ahora, hacerse de ingenuo para darse cuenta de como es escandalosa nuestra vida.

Decimos palabras bonitas, pero vivimos la vida de forma fea, no tenemos comunión unos con los otros. Hay cristianos que no hablan uno con el otro, creen en Cristo, creen en la misma Palabra, predican en los púlpitos, en las iglesias, pero, muchas veces, no se hablan. Hablo de los cristianos de denominación diferentes, iglesias diferentes, credos que están evidenciando las diferencias, pero nosotros cristianos que seguimos la misma profesión de fe.

Es escandaloso decir que, muchas veces, nosotros católicos evidenciamos nuestras diferencias. Existe aquellos que quieren provocar, mostrar que nosotros estamos cada vez más divididos, y muestran eso con toda la evidencia. Utilizan redes sociales, los medio que tiene, ponen rótulos cuando, en realidad, no pasamos de miseros seguidores de Cristo.

Si tenemos alguna pelea para tener en el mundo, es por nuestra unidad y por nuestra comunión. “Yo sigo predicando, me gusta mi doctrina y otras más”. Cada uno puede querer eso o aquello, pero lo que nos une necesita ser siempre mayor de aquello que nos separa.

Existe aquellos que son sembradores de discordia por aquello que hablan, predican y evidencian. Incluso tiene gracia divina en ellos, pero están, hoy, sembrando separación y división. Hablan mal del papa, del obispo, hablan mal del padre de la parroquia, hablan mal unos de los demás.

Decimos palabras bonitas, pero vivimos la vida de forma fea, no tenemos comunión unos con los otros

Tengo la convicción de aquello que hablamos más mal que bien, es porque el mal prevalece más que bien, y donde el mal esta, el mal solo engendra división, discordia, separación, joyo y así por delante.

¿Quiere tragedia mayor que una familia dividida, que un grupo dividido, que una iglesia dividida? Por eso, ese espiritu que todo el mundo desea y suplica no es simplemente para rezar en lenguas, hablar cosas diferentes. El Espíritu es para operar comunión, es para que estemos atendiendo la suplica del corazón de Jesús, que no suplico para que seamos uniformes, pero sí por la unidad.

La unidad se hace en el amor, en la comunión, en el respeto, en la capacidad de no hablar mal de los demás.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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