No dejes de cumplir sus obligaciones con la casa del Señor pagando su diezmo, dando su contribución amorosa y generosa
“Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, vete a la playa y echa el anzuelo. Al primer pez que pesques ábrele la boca, y hallarás en ella una moneda de plata. Tómala y paga por mí y por ti” (Mt 17, 27).
Los discípulos de Jesús estaban siendo cuestionados si, por casualidad, Jesús pagaba el impuesto del Tiemplo. Jesús no respondió ni que “sí” y ni que “no”, Él primero interrogo el sentido más profundo de las cosas. “De quien los reyes cobran los impuestos: ¿de los hijos o de extraños?”. Pedro respondió: “¡De los extraños!”.
Los extraños son aquellos que no son tenidos como hijos. No somos extraños en la casa de Dios, en el mundo que Él creó nosotros somos hijos. La verdad es que el mundo nos trata como extraños, y vivimos en este mundo con la extrañeza de no pertenecer a este mundo, por ser de Dios.
Hay algunas cosas que no son importantes para nuestra reflexión de hoy. Cuando pagamos nuestros impuestos, no significa que nosotros estamos de acuerdo con ellos. Porque, muchos de los impuestos y de las tasas que pagamos son injustas, demasiadas, deshonestos y, muchas veces, no son usadas de la forma correcta. Pero no concordando, no encontrando el camino de la justicia por medio de ellas, no podemos escandalizar, necesitamos cumplir con nuestras obligaciones.
La primera de nuestras obligaciones es con Dios, con la casa de Dios y con las cosas de Él. El impuesto que se cobraba de Jesús o de sus discípulos eran referentes al impuesto del Tiemplo. No pagamos impuestos a nuestros templos, pagamos el diezmo, damos nuestra contribución con nuestras ofrendas. Haz eso de corazón, no haga eso como un extraño, sino como un hijo.
El hijo tiene obligación con las cosas del Señor, de cuidar de la casa del Señor. No encontramos Jesús predicando el diezmo, no encontramos Jesús obligando a nadie a pagar el diezmo y ni vinculando la fe al condicionamiento de se pagar el diezmo, pero Él nos presenta como un ejemplo, un desprendimiento, como alguien que no escandaliza y quiere cuidar de aquello que son las obligaciones.
No dejes de cumplir sus obligaciones con la casa del Señor pagando su diezmo, dando su contribución amorosa y generosa. ¡Haga eso como hijo!
Pero, si el mundo nos trata como extraños, incluso como extraños pagamos nuestros impuestos, nuestras contribuciones y no seamos motivo de escándalo. Seamos ejemplo para el mundo en que vivimos.
¡Dios te bendiga!