“Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse” (Lc 15, 7).

¡Hoy, celebramos el Sagrado Corazón de Jesús, el corazón apasionado por nosotros, fuente de nuestra conversión y de nuestra transformación interior! Un corazón sediento por nuestra alma y por nuestra vida, que llama fuerte a cada día por nosotros. El corazón de Jesús, que se alegra por una única oveja que vuelve para los caminos del Padre.

Es más importante para el corazón de Jesús cada uno de nosotros que toda la multitud, que todo el rebaño. El corazón de Jesús se alegra y llama en la dirección de cada corazón humano. Dios no nos ve en una atacado, Él nos ve y nos ama en la individualidad.

¡Como nuestro corazón necesita convertirse al corazón de Jesús! Y la conversión es una respuesta amorosa, porque tiene un corazón que nos ama, que bate fuerte por nosotros, que chorro Sangre por amor a nosotros, para conquistarnos.

Cuando hacemos de Jesús nuestro refugio sagrado, nuestro corazón es sanado, transformado y renovado en el amor

Dejamos que el corazón de Jesús, apasionado por nosotros, convierta nuestro pobre corazón, dañado, dilacerado, lleno de miedos; que es también un corazón lleno de tristezas, rancores y resentimientos.

Permitamos que, hoy, al celebrarnos el corazón de Jesús, nuestro corazón sea todo de Él. Permitamos que nuestro corazón, impulsado por los afectos de este mundo, se apasione, a cada día, por un corazón que muere de amor por nosotros.

Cuando encontramos el corazón de Jesús y hacemos de Él nuestro refugio santo, sagrado, sublime, nuestro corazón esa sanado, transformado y renovado en el amor y en la ternura.

Hagamos del corazón de Jesús el refugio de nuestra alma y de nuestro pobre corazón.

¡Dios te bendiga!