“Cuando vayas al magistrado con tu adversario, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre al juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí, hasta que hayas pagado aun la última blanca” (Lucas 12, 58-59).

Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:

El misterio del Evangelio de hoy, mis hermanos y hermanas, es sobre saber leer los signos de los tiempos, y el gran signo que Dios nos da, al que debemos aferrarnos, es el de la venida, de la encarnación de nuestro Señor Jesucristo, es comprender, hermanos míos, las intenciones de Dios en todo tiempo, sobre todo en el misterio de la Iglesia y de sus sacramentos. Y el sacramento aquí también se refiere a la confesión, porque Jesús nos está diciendo que debemos resolver toda y cualquier situación que esté pendiente en nuestro corazón en relación con nuestro prójimo, con nuestro hermano. Antes de llevar nuestra ofrenda, antes de llevar nuestros dones al Señor, necesitamos estar con el corazón libre.

Dar y recibir perdón

El Padre Jonas, en Canção Nova, en el documento interno que tenemos, habla del vivir reconciliados. Él habla de esto para que tengamos paz mientras caminamos hacia nuestra meta, que es la vida eterna. El perdón, hermanos míos, es necesario, y el propio Padre Jonas dice, en este documento, que cuando el otro se equivoca, cuando el otro hace algo que no agrada a nuestro corazón, es porque no sabe lo que está haciendo. Entonces, nosotros necesitamos tener compasión, necesitamos tener misericordia y la actitud de ir a su encuentro y reconciliar esa situación malentendida.

Por eso el camino del perdón es el de la reconciliación, mientras caminamos hacia la vida eterna. El Padre Jonas tuvo este cuidado porque, dentro de la comunidad, somos muchos, y cada uno de nosotros piensa de forma diferente, cada uno tiene su cultura, su modo de hablar, su modo de actuar, su modo de expresarse. Él tuvo esta visión del Evangelio de hoy, de vivir esta dinámica de la reconciliación y del perdón. Dar el perdón y recibir el perdón.

Pero esto exige esfuerzo, desprendimiento de sí mismo. Todo lo que tenga que ser resuelto, en todas las dimensiones de nuestra existencia, no podemos dejarlo para mañana. La señal ya nos ha sido dada: Jesucristo. Él es el reconciliador entre Dios y nosotros. Es Él quien nos perdona, es Él quien nos salva y es Él quien nos redime. Aprendamos de nuestro Señor y también de Monseñor Jonas Abib, a transitar el camino de la reconciliación y del perdón.

Que el Señor nos ayude, que el Señor nos dé la gracia del Espíritu Santo, porque es Él quien nos convence de nuestros pecados, y es Él quien nos dará fuerzas para ir al encuentro de nuestro hermano.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!