“De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo” (Lc 14, 33).
La Palabra de Dios, hoy, nos presenta algunas condiciones para el discipulado, para el seguimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Mire que no es facil seguir Jesús, no es facil porque, primero, nosotros somos muy apegados a las cosas, a las personas, a lo que tenemos. Quien tiene mucho es apegado a lo mucho que tiene; quien tiene poco hace de su propio poco mucho, se agarra a lo que tiene y no vive sin lo que tiene.
La cuestión de “sernos apegados” es que el apegado nos convierte presos y rehenes, incluso las personas nos convierten rehenes de ellas. Mire que es diferente una cosa de la otra, una cosa es amarnos y el amor nosotros nunca podemos renunciar, nadie puede renunciar al amor de su padre y de su madre, el marido no puede renunciar el amor de su mujer, la mujer no puede renunciar el amor de su marido, los padres de sus hijos y así por delante. Es el vinculo de amor bello, profundo, divino y sagrado que nos une, ahora lo que estropea es el apego, es aquella forma, muchas veces, ciega que nosotros vivimos las relaciones humanas; creamos una dependencia que, muchas veces, engrandecemos aquellas personas o aquellas cosas que nosotros tenemos.
Es el amor divino que guía todo y cualquier amor humano
aprenda que todo apego es enfermo y todo desapego es un desprendimiento, es una liberación y nos convierte personas saludables, libres para amar y seguir a Jesús. Sí, nos convertirnos libres para amar y, muchas veces, el apego enfermo no nos permite amar, pero nos aprisionan y aprisionamos las personas o las cosas a nosotros mismos.
Una madre y un padre no crían hijos para sí, el amor hace que cries hijos tus hijos para que ellos sigan la vida, para que ellos, así como tu has formado una familia, también puedan formar la familias de ellos. Muchas veces, la madre quiere prender el hijo, prender la hija y cria aquella situación de una dependencia enferma, donde la persona no puede ni seguir el trayecto y el rumo de tu vida. De la misma forma, a veces, el hijo o la hija crean una dependencia de su padre y de su madre que no maduran, no consiguen caminar con sus propias piernas.
Tenemos siempre que cuidar de los nuestros, pero no con apego, y sí como mucho amor; y para que el amor sea autentico es necesario el desapego, es necesario saber caminar con las propias piernas, incluso para amar Jesús sobre todas las cosas.
Si alguien vive amarrado a cualquier situación, no consigue mismo mirar para Él o ser todo de Él. Tal vez, tu me preguntes así: “¿Jesús esta me mandando dejar los míos?”. ¡No! Jesús esta mandando cuidar mejor de los tuyos. ¿Y como es que nostros cuidamos mejor de los nuestros? Amando a Dios sobre todas las cosas porque el amor divino es que guía todo y cualquier amor humano.
¿Cómo es que vamos cuidar de las cosas que nosotros tenemos? Amando a Dios sobre todas las cosas, pues no nos prendemos a nada de este mundo, porque es para eso que caminamos. Pensamos que el ciclo de la vida es juntar, acumular y tener todo; el ciclo de la vida es pasar y incluso tener las cosas, pero después no tenemos nada, no quedamos con nada y no llevamos nada aún que sea el amor que nutrimos unos por los otros; y el amor profundo que dedicamos a Dios.
¡Dios te bendiga!