“Yo se lo digo: muchos profetas y muchas personas santas ansiaron ver lo que ustedes están viendo, y no lo vieron; desearon oír lo que ustedes están oyendo, y no lo oyeron” (Mt 13, 17).
Hoy, celebramos los abuelos de Jesús: San Joaquin y Sant’Ana, los padres de la Virgen María. Es de esta raíz santa que viene nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Cuando miramos para nuestros abuelos, miramos para nuestra propia historia, porque nuestra historia no comienza con el día en que fuimos concebidos, engendrados, el día que venimos para este mundo. Nuestra historia comienza con los nuestros antepasados, nuestra historia comenzó atrás.. Y como es importante conocernos nuestra historia!
Hablo, insisto y repito: si tu tienes abuelos, aproveche, saboree y valorice; mire para ellos como un referencia de vida. Y hablo más, escuche el máximo que puedes escuchar. Conozca su historia, conozca de donde vino, conozca las luchas para que tu llegase a ser lo que eres, porque comenzó allá con tus abuelos, bisabuelos; y así por delante.
Cuando miramos para nuestros abuelos, miramos para nuestra propia historia
Nuestros abuelos son la contaminación, la acción de Dios en la historia de nuestra vida. No tuve la gracia de convivir con mis abuelos, aún pequeño, vi fallecer prácticamente uno por uno de ellos, muy cercanos unos de los otros, pero son recordaciones maravillosas. Lo que no pude saber, he buscado conocer de mi madre quien era mis abuelos, porque solo los conocedores, puedo conocer mi historia y saber mejor quien soy.
En la sociedad en que estamos dejamos lo que es viejo como si fuera ultrapasado, nuestros abuelos nunca va ser ultrapasados, por el contrario, nosotros es que necesitamos lograr en la sabiduria, en la virtud y en la vivencia que tuvieran. No solo necesitamos amarlos mucho, cuidar de ellos con toda la intensidad de nuestro corazón, pero necesitamos respetarlo, reverenciarlos y cuidar con todo amor de nuestro corazón.
EL mundo es más bello porque nuestros abuelos. Por eso, hoy, volvemos nuestras preces, nuestro amor, nuestro cariño y nuestra ternura, porque Jesús tuvo Sus abuelos, Sant’Ana y San Joaquin.
Los Evangelios no nos relatan si Jesús tuvo la gracia de convivir con ellos, puede ser que sí, puede ser que no, pero el más importante es que Jesús los tuvo. De la misma forma, muchos de nosotros, como yo, no convivi con mis abuelos, pero los tuve, los conoci por memoria de mama y, por eso, incluso, hasta hoy tengo una conexión de amor y de ternura con ellos en el Cielo. Cuando llegamos allá no podemos extrañar nuestra historia, necesitamos ahora asumirla para que podamos estar plenamente sanados, seamos plenamente asumidos en lo que somos, conociendo mejor nuestra historia.
¡Dios bendiga nuestros abuelos!
¡Dios te bendiga!
