“Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó curado y veía todo con claridad” (Mc 8, 25)
Fueron algunas personas que trajeron aquel ciego para Jesús, como en algún Evangelio atrás en que trajeron aquel mudo para Él. Suplicaran a Jesús: “Toca en él”; porque el toque de Jesús sana, liberta y abre nuestros ojos. Entonces, como Jesús hizo la “cirugía” en aquel mudo, Él también va hacer la cirugía en ese ciego.
Jesús quiere sanar nuestra ceguera, mis hermanos, porque, muchas veces, nosotros no vemos nada o vemos mal, es decir, no vemos con nitidez, no vemos la verdad, nosotros no vemos nuestro propio corazón, nuestro interior ni la realidad que esta a nuestro lado, o, cuando vemos de forma equivocada, entonces, por favor, dejase ser sanado por Jesús.
Primero, deja Jesús te coger por la mano y te llevar para fuera. Toda la cura de Jesús, en nuestra vida, ocurre cuando Él nos quista del medio en que estamos viviendo, escuchando, nos quita de medio que estamos mirando para, entonces, poder mirar solo para Él y escuchar solo a Él. Sabemos que personas ruidosas, así como nosotros, tiene dificultad, porque, no consiguen (ni dentro de la Iglesia) escuchar a Jesús, porque son llenas de preocupaciones.
Nosotros estamos llenos de cosas en la cabeza, en la mente; estamos tomados por nuestras fantasias y no salimos del mundo. Entramos en la Iglesia, pero el mundo sigue dentro de nosotros. Entonces, es necesario dejar que Jesús nos siga por las manos y nos quite para fuera del poblado, “para fuera” de las personas, de las circunstancias y situaciones para que, Él, toque en nosotros. Entonces, primero, salimos del mundo para estar a solo con Jesús.
Necesitamos ser sometidos a la cirugía de Jesús para tener la mirada de gracia, la mirada de la bendición de Dios sobre nosotros
“Después, Jesús escupió en los ojos de él”. Deja Jesús escupir y tocar en nuestra visión interior más profunda, porque, somo personas obcecadas por nosotros mismo, tomadas por nuestra visión egoísta y soberbia de la vida y del mundo. Miramos el mundo solo sobre nuestra óptica: todo lo que no esta de acuerdo con lo que pensamos esta equivocado; nosotros juzgamos, condenamos y ponemos nuestra mirada condenatorio sobre todo. El problema no es el mundo, el problema es nuestra mirada sobre el mundo. ¡Y como nosotros necesitamos de la mirada de gracia!
El hombre con la mirada sanado, él transforma todo lo que mira, toca; ya el hombre que tiene la mirada manchada, por el mundo, destruye todo lo que mira, toca, es decir, no va adelante. Por eso, es necesario realmente dejarse ser tocado por la mirada de Jesús para que, así, nuestra mirada sea transformado.
Aquel hombre fue tocada por Jesús y, para quien no ve nada, él paso a ver alguna cosa. Además, miro para las personas y comenzó a ver árboles, es decir, una visión distinta. Así también somos nosotros, porque, muchas veces, miramos unos a los otros como “cosas”, como si fueran “cosas materiales”. Miramos para la persona y ella es un “símbolo” material para nosotros entonces, la “cirugía” no fue completa, además, Jesús nuevamente nos sigue aquel hombre por la mano, toco nuevamente, fue más fondo en su alma y él paso a ver con clareza.
Mientras nosotros no vemos las personas como personas; mientras nosotros no vemos a Dios como Dios, necesitaremos ser sometidos a cirugía de Jesús, para tener la mirada de la gracia, la mirada de la bendición de Dios sobre nosotros.
¡Dios te bendiga!