“Después de oírlo, muchos de sus discípulos decían: «¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?». Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: «¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida” (Jn 6, 60-63).
Mira, mis hermanos, esta Palabra realmente es dura, ella exige de nosotros una adhesión. Para adecuarnos a ella, es necesario una adhesión no solo de la razón, pero del corazón. Es necesario lo que Jesús nos asegura pase por la experiencia de nuestro corazón. No basta una adecuación solo racional, porque, a veces, el misterio exige la fe y no el entendimiento racional, y eso, muchas veces, nos desinstala como desinstalo a muchos de los discípulos de Jesús, y tener fe no nos hace menos humanos, de ninguna forma, pero nos hace aún más humanos, porque nosotros damos espacio para el divino.
El ser humano no sobrevive sin el divino, por eso la fe nos convierte aún más humanos, aún más capaces, más abiertos para aquello que es la belleza del transcendente. Por eso que ciertas verdades de Cristo son duras de entender, y los discípulos aseguran eso: “Esta palabra es dura”. La fe es la experiencia de toda la persona y no solo de nuestra cabeza, pero la experiencia de todo nuestro ser. El corazón, los sentimientos, las emociones, nuestras experiencias, nuestros encuentros, todo eso son elementos que apoyan nuestra fe, que nos ayudan a experimentar el misterio. No podemos quedar solo con la parte racional.
La fe es la experiencia de toda la persona, y no solo de nuestra cabeza, pero la experiencia de todo nuestro ser
a veces, muchos de nosotros también nos apartamos, abandonamos solo porque, en aquel momento, no conseguimos tener el control de la situación, el control de la razón para entender determinadas cosas, y muchos, en este momento, abandonan el camino de la fe. Pero aquí esta la palabra del apostol Pedro, que representa toda la comunidad, que representa también mi corazón y el tuyo: “¿Señor, donde iremos? Solo tu tienes palabra de vida eterna”. Es decir, solo tu Palabra nos completa, solo tu Palabra nos hace verdaderamente humanos, solo tu Palabra llena nuestro corazón, porque ella involucra todo nuestro ser, nuestro intelecto, nuestra razón, nuestros sentimientos, nuestras experiencias, nuestras emociones.
Esta es la verdadera experiencia con Jesucristo, nuestra persona en un todo necesita adherir a este misterio. Esta palabra no es dura, ella es fuerte, potente y transformadora. Entonces, no tengas miedo, no abandones, no abandones tu fe; permanezca con Jesús, porque Él esta contigo.
Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!