31 Mar 2020

La murmuración contamina nuestras relaciones humanas

“Dejaron el monte Hor por el camino del mar de Suf para rodear el territorio de Edom. En el camino el pueblo perdió la paciencia y murmuró contra Dios y Moisés: «¿Por qué nos hicieron subir de Egipto para que muramos en el desierto sin pan y sin agua? ¡Ya estamos aburridos de esta comida sin gracia!” (Núm 21, 4-5)

La narrativa de la Primera Lectura del Libro de Números, en la Liturgia de hoy, es para nosotros el retrato de un momento duro, dramático y cruel del pueblo de Dios caminando por el desierto. Lo que reflexiono en el pueblo de aquella época reflexiona también en nosotros, el pueblo de hoy. El pueblo fue tomando por un sentimiento de murmuración.

El alma que murmura entra en la reclamación y pierde el sentido de gratitud. El alma que murmura solo ve las cosas por la óptica negativa de la maldad, ella es incapaz de reconocer la bondad, el lado bueno y verdadero de las cosas. El alma que murmura es contaminada por una mala hierba, peligrosa y venenosa, que contagia todo el cuerpo y todas las sensaciones de la propia existencia humana.

El alma tomada por el sentimiento de la murmuración contagia los demás con aquellos sentimientos, porque nadie murmura para sí, murmuramos para los demás y queremos que los demás se conviertan también picados por esta serpiente que, muchas veces, nos convertimos cuando reclamamos de todo.

Reclamamos del sol, de la lluvia, del camino, del asfalto, de las piedras; reclamamos del agua y de la luz; reclama de la vida. Y personas que reclaman se convierten amargas, pesadas e insoportables por donde caminan.

El alma tomada por el sentimiento de la murmuración contagia los demás con aquellos sentimientos

La cuestión es que la persona pesada sabe que es así; el murmurador no toma consciencia del ml que toma cuenta de él. Él murmurador no toma consciencia de que él esta infectado, envenenado; y por donde él pasa, contamina con su veneno.

Vivimos en el medio de una sociedad enferma, que esta preocupada solo con el virus, el cual sabemos que mata. Sé del peligro del coronavirus, sé del peligro de muchas otras enfermedades, pero también sé del peligro terrible que es la murmuración.

La murmuración acaba con matrimonios, con familias, comunidades, grupos, iglesias y parroquias. La murmuración se reúne al chisme, y las dos van creando aquel clima que amarga las situaciones y las relaciones.

Fue así que el pueblo fue quedando enfermo, fue así que e pueblo estaba infectado y contaminado, fue así que fueron picados por las cobras, y todas las serpientes tomaran cuenta del pueblo en el desierto. Sin no fuera Dios, si no fuera la intercesión de Moisés, si no fuera puesta la serpiente de bronce, allí para que aquel pueblo mirase y quedase sanado, todos habría muerto.

Mis hermanos, estamos muriendo y pereciendo hasta la eternidad, porque estamos dejando el veneno de la reclamación, de la murmuración y del chisme tomar cuenta de nosotros.

Miremos para Jesús crucificado y pidamos que Él sane nuestra lengua de serpientes, pidamos que Jesús sane nuestra alma de los sentimientos más duros y cruel que existe dentro de nosotros, que nos llevan siempre a querer reclamar, a ver el mal, a ver las cosas por el lado negativo.

Quien es sanado por Jesús, quien experimenta el amor misericordioso de Él, lleva cura y bendición para donde esta, pero quien quiere quedar en la enfermedad del mal de la murmuración lleva maldición por donde camina.

Permitanos ser sanados por Jesús.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

Pedido de Oración

Enviar
  • Aplicativo Liturgia Diária

    Com o aplicativo Liturgia Diária – Canção Nova, você confere as leituras bíblicas diárias e uma reflexão do Evangelho em texto e áudio. E mais: você ainda pode agendar um horário para estudar a palavra por meio do aplicativo.