“En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: ‘Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8, 12-20).
Amados hermanos y hermanas, nos estamos aproximando al Domingo de Ramos y, posteriormente, entrando ya en la Semana Mayor, la Semana Santa.
Es muy interesante comprender que Jesús dice a los fariseos que Él es la luz del mundo, y que quien sigue a Jesús no andará en tinieblas. Esto es ya una alusión a la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, porque cuando Él sea resucitado por Dios, Él nos sacará de las tinieblas.
Iluminando las tinieblas
Solo Él, por Su Pasión, Muerte y Resurrección puede darnos y garantizarnos que saldremos de este mundo tenebroso, de este mundo de tinieblas, de oscuridad. Pero nosotros sabemos que oscuridad, tinieblas, todo eso está ligado al pecado de forma teológica. Por eso Jesús usa el símbolo de la luz, que va iluminando las tinieblas, es decir, que nos va sacando del pecado.
Hermanos míos, es necesario decir hoy: ¡basta al pecado! y comenzar a seguir a nuestro Señor. Solo saldremos de las tinieblas si estamos íntimamente ligados al Señor. Cristo es luz, y Él no vino para acusarnos, sino para salvarnos. ¡Miren qué interesante, hermanos míos! Esa luz es justamente eso, la salvación de Dios para la humanidad.
La oración Eucarística de la Reconciliación dice lo siguiente: Cuando estábamos perdidos y éramos incapaces de encontrarlo, Él nos salvó por medio de su Hijo Jesucristo. Es decir, nosotros solo saldremos de las tinieblas si aceptamos la salvación que Jesús vino a traernos. Eso es interesante, hermano mío, eso es interesante, hermana mía. Se percibe la diferencia entre una persona que sigue a Jesús y una persona que no sigue a Jesús. Hay una gran diferencia. Porque en nosotros habitará esta luz, y quien no la sigue, continuará en la oscuridad, en las tinieblas.
Por eso, hermanos míos, todo este texto nos lleva, justamente, a buscar a Jesús como luz, a iluminar aquello que no agrada a Dios en nuestro corazón. ¿Qué hay en tu corazón que no está agradando a Dios?
Pide al Señor que ilumine todas esas realidades que puedas estar viviendo y comienza a seguirlo, porque, viviendo así, viviremos en la luz y en la voluntad de Dios.
Que el Señor nos ayude a experimentar esa luz que ilumina las tinieblas de nuestro corazón y nos pone en comunión con Él.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!