“No tengan miedo. Vayan ahora y digan a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allí me verán” (Mt 28, 10).
La Resurrección de Jesús trae a nuestro corazón la alegría que nuestra alma tanto necesita. La alegría que viene del corazón de Dios vence nuestros miedos.
Todos los discípulos estaban tomados por el miedo, ellos vivían de puertas cerradas, con miedo de lo que podría ocurrir, de lo que los judíos podrían hacer con ellos. “Si hicieron eso con Jesús, imagina lo que van hacer con nosotros”, y vivían entonces cerrados.
Sabemos que el miedo traba, nos pone rehenes de él y nos aprisiona. La gran victoria de Cristo Crucificado, Él vivo y resucitado, es vencer el miedo que toma cuenta de toda la Tierra, el miedo que invade nuestro corazón y nos trae seguridades, dudas, inquietudes, miedos y recelos.
La alegría que el Resucitado trae es para vencer un miedo menor al mayor de todos los miedos
Solo la luz de Cristo vence los miedos del alma y del corazón, solo la luz de Cristo trae esperanza para las expectativas humanas. Primero, Cristo vence los miedos de nuestro cotidiano, los miedos que nosotros enfrentamos en el día a día, miedo de no dar cuenta, miedo de no soportar, el miedo de no vencer; miedos que, muchas veces, creamos porque alimentamos falsas expectativas.
El Señor elimina también del corazón humano lo que es falso, que es ilusión y que engaña, porque, si nos prendemos a eso, caemos en abismos, y Cristo quiere libertarnos de los abismos que, muchas veces, caemos a lo largo de nuestra vida, porque ponemos y creamos expectativas alrededor de fantasías y de aquello que no es verdadero.
Pongámonos en Dios, nos apoyemos en Él, porque es Él que trae la verdadera alegría que nuestro corazón necesita para vencer los miedos que vamos acumulando a lo largo de la vida.
Las personas tienen miedo de la muerte, nosotros tenemos miedo de la muerte; y la muerte ejerce un poder de dominio sobre nosotros que tenemos miedo de ella, nos angustiamos al pensar en ella. Pero, si la muerte es el enemigo que más tenemos miedo, él fue vencido, no tengamos más miedo de la muerte porque ella fue vencida por Cristo en la Cruz.
La alegría que el Resucitado trae es para vencer un miedo menor al mayor de todos los miedos: el temor de la muerte. No necesitamos tener miedo, no necesitamos desanimar, no es vivir la vida se arriesgando, creyendo que nada nos va ocurrir. Yo voy cuidar para vivir y vivir bien cada día de mi vida, pero mi vida no va ser plena, si camino movido por miedos, incluso, por el miedo de la muerte.
Cristo nos trajo la vida y resucito de los muertos, para decir que en Él la alegría es plena, en Dios la alegría es eterna.
¡Dios te bendiga!