En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos que habían creído en él: “Si permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8,31-42).
Libre en Cristo
Amados hermanos y hermanas, quiero abordar, en esta homilía, el tema de la libertad. Pero, antes de hablar de ella, quiero traer también aquello que Pablo nos dice: “Si Cristo os libera, seréis verdaderamente libres”.
Es lo que Jesús acaba de decirnos. Aquellos que caminan con Él serán verdaderos discípulos y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. Es decir, la libertad es un valor del cual todos deseamos disfrutar. Pero no siempre la buscamos donde podamos encontrarla.
Aquí, quiero que presten atención:
Solo seremos libres si aceptamos a Cristo como el Señor de nuestra vida, porque Jesús no vino para condenarnos, sino para liberarnos de todo mal y de todo pecado.
Cuando la fe en Jesucristo, mis hermanos, se convierte en vida, podemos experimentar la libertad cristiana. Presten atención: si yo acepto a Cristo, Él hace mi vida libre. No hay otro camino, mi hermano, no hay otro camino, mi hermana, que debamos seguir. Jesús dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. De lo contrario, mis hermanos, vamos a usar mal la libertad que tenemos, vamos a usarla en el libertinaje, en el alcoholismo, en la embriaguez, en las drogas, porque queremos hacernos libres.
¿No es verdad que aquel que usa drogas, aquel que se embriaga, aquel que hace cosas que no están de acuerdo con la voluntad de Dios, busca una libertad? Pero yo les estoy diciendo que buscamos, muchas veces, la libertad donde no podemos encontrarla.
Yo les estoy mostrando el camino hoy: ¿quieren ser libres? Busquen a Cristo, pues solo Él puede liberar su corazón. Y esta exigencia, mis hermanos, nos lleva a establecer nuevos lazos que no nos esclavizan. ¡Miren qué hermoso!
Cuando no me adhiero a Cristo como el Señor de mi vida, me vuelvo esclavo. Pero cuando acepto a Jesús, me vuelvo libre. Por eso nuestro corazón se ensanchará queriendo hacer la voluntad de Dios y obedecer Sus mandamientos. Por eso, mis hermanos, quiero decirles que, si permanecen en la Palabra de Cristo, se convertirán en verdaderos discípulos, y la verdad los hará libres. Es esto lo que Juan nos está diciendo en este Evangelio de hoy.
Busquen a Cristo, acéptenlo, y se volverán hombres libres en relación al pecado, vivirán una vida en Dios y producirán muchos frutos.
Que nuestro Señor nos ayude a permanecer en Su voluntad.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
