“Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén” (Lc 2, 38)
En el Templo, el Niño Jesús se encuentra con Ana. Mira, una viuda vivirá siete años con el marido, y tampoco sé cómo vivió, pero vivió en Dios. Después que quedo viuda, su corazón no desanimo, mucho por el contrario, ella se volvió enteramente para Él y, día y noche, servía a Dios con ayunos y oraciones. Y cuando Jesús llego, los ojos de ella contemplaron, sus brazos pudieran tocar en la liberación, en el Libertador que de ella se acercó, porque Ana tenía el corazón vuelto para el Señor.
En la viudez alguien puede pensar que es un tiempo de miedo y desastroso, alguien puede vivir tiempos así en la vida, se la viudez, sea tiempos difíciles, alguna situación en la vida que este pasando como un tiempo desesperador.
Es necesario reconocer Jesús en nuestro medio, viviendo la vida que Él nos dio
No quites del Señor tu corazón, no importa el tiempo, el momento que este viviendo. Si estas soltero, casado, viudo, viva el tiempo en que estas en la presencia del Señor, viva en Dios tu vida. No vivas lejos de Dios las situaciones todas que tu pasa.
Ana podía mirar para su viudez como un castigo, una perdida del sentido de la vida, si ella para en el problema, si ella para en el marido que murió, pero ella paro en el amor de Dios que la conmovió, que la transformo, la liberto, la renovó y, por eso, su corazón vivía en profunda paz, por eso, ella, en la edad avanzada en que estaba, aún tenía todo el espíritu de joven, porque su corazón estaba en Dios.
No basta saber que Jesús nació, es necesario reconocer a Él em nuestro medio, viviendo la vida que Él no dio, viviendo la vida en Él, llevando la vida con los ojos fijos en el Señor, contemplando y celebrando la presencia amorosa de Dios en nuestro medio.
Hay personas que paran muchos en sus problemas que la vida se convierta un problema, hay personas que salen de sus problemas para mirar para Dios y encuentran en Jesús luz para sus problemas. Mira para Jesús y deja Él ser la luz que guía a cada día los pasos de su vida.
¡Dios te bendiga!
