“Los hombres desfallecerán de miedo por que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación” (Lucas 21,26-28).

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Tu has acompañado la Liturgia en estos días, donde habla de la persecución, habla que las personas que están en Dios van ser llevadas a los tribunales debido el nombre de Cristo, que allí va ser una oportunidad de testimoniar a Él. Y aquí, Nuestro Señor nos habla más una vez que hombres van desmayarse de tanto miedo, que las fuerzas del cielo van ser duras y entonces vendrá el Hijo del Hombre sobre las nubes con poder y con gloria.

Mis hermanos, ese tiempo se acerca, el Señor está llegando, Él esta volviendo, y Su llegada no debe darnos miedo, no debe hacernos intimidar, pero avanzar. Escuchemos el Señor diciendo: “Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación”.

Esta es nuestra vocación: estar de pie, con la cabeza levantada, con la alegría de saber que Dios nos abandono

Es decir, delante de los tiempos difíciles, no tengas miedo, levantate. Y aquí, “levanten” y “póngase de pie”, nos recuerda Cristo de pie, resucitado, vivo. es esta nuestra vocación: estar de pie y con la cabeza levantada, con esperanza, con alegría de saber que Dios no nos abandono, que Jesús esta con nosotros y estará siempre con nosotros.

Levanten la cabeza, es tiempo de aún más testimoniar a Él, es tiempo de aún más extender las manos a nuestro hermanos, a nuestro prójimo. Levanten la cabeza, no quedes cabizbajo; levanten la cabeza, mire para el hermano, mire para el Alto.

No es tiempo de entregarse a la tristeza debido los tiempos difíciles, debido las enfermedades, debido las persecuciones, es tiempo de levantar la cabeza, porque nuestra salvación viene del Alto. Levantemos nuestra cabeza, el Señor se acerca, nuestra liberación se acerca. Levantemonos la cabeza y vivamos Su Evangelio, vivamos la Palabra de Dios.

La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!