“Aquí tienen otra figura del Reino de los Cielos: una red que se ha echado al mar y que recoge peces de todas clases. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla, se sientan, escogen los peces buenos, los echan en canastos y tiran los que no sirven.” (Mateo 13,47-48).
Jesús, aquí, sigue a contar Sus parábolas, continua enseñando Sus discípulos y enseñando a nosotros. Él dijo aquí, entonces, que el Reino es como la red que es lanzada y que es recoge todo tipo de pez; varios peces, peces buenos y peces no buenos. Los pescadores tiran y después seleccionan aquellos peces buenos.
Mis hermanos, en nuestra camino de fe, en la barca de la vida, en nuestro camino cristiana, es esta experiencia que nosotros hacemos. Como evangelizadores, nosotros lanzamos las redes; como peces que también fuimos o somos, nosotros, un día, también fuimos pescados. Fuimos pescados, fuimos llamados por Nuestro Señor y, ahora, somos llamados a lanzar las redes.
¡No se decepcione, en tu red, vinieron peces malos; es así mismo! Ni siempre nosotros tendremos exito en nuestra pesca, ni siempre todo va funcionar bien. ¿Quien te engaño que todo va funcionar bien en la vida? Nuestro Señor nos enseña, en Su Palabra y con Su vida, que ni todo, aparentemente, va funcionar bien.
Un día, nosotros también fuimos pescados, fuimos llamados por Nuestro Señor; ahora, somos llamados a lanzar las redes
La vida del propio Jesús fue un aparente fracaso. Él fue dejado, Él fue crucificado, pero Él quito buenas lecciones de aquello que fue malo. Nosotros también, en nuestro camino, podemos quitar y debemos quitar buenas lecciones de aquello que fue malo en nuestra vida.
El Reino de los Cielos va ser así: va haber el lanzamiento de las redes y van venir peces de todo los tipos, pero, entonces, después, viene la selección. En su camino de fe, en mi camino de fe, también así ocurrió. Cogemos de todo, pero después nosotros fuimos seleccionando lo que es bueno, lo que es esencial.
¡Jesús es el esencial! Que nosotros quedemos con aquello que es esencial en neustra vida. Busquemos el Señor en primer lugar y estemos a servicio de su Reino, sabiendo que tendremos derrotas y victorias, tendremos cosas buenas y malas, pero, en el final, es Él que siempre vence.
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!