“Mientras José reflexionaba sobre esto, un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: ‘José, hijo de David, no temas recibir a María como tu esposa, porque lo que ha sido concebido en ella es del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados’. Cuando José despertó, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado.” (Mateo 1, 16.18-21.24a)

Obediente y Justo

Hoy celebramos con gran alegría la solemnidad de San José, esposo de la bienaventurada Virgen María. Y la característica de José que se destaca en este día es la obediencia. San José es obediente a la orden de Dios, representada por el ángel que se le aparece. ¡Miren cómo obedeció la orden de no tener miedo!

Entonces, esta es una orden también para nosotros. Ante las realidades divinas, ante las manifestaciones de Dios en nuestra vida, estamos invitados a no tener miedo. ¡No tengan miedo! ¡No tengan miedo!

Vean la orden de Dios para nosotros hoy: ¡No tengan miedo!

No tengamos miedo, hermanos, de percibir a María en nuestros hogares. A veces, uno puede ser asaltado por eso también, el miedo a la devoción a Nuestra Señora por tantas cosas que uno escucha.

Gente hablando realidades en su oído, que a veces, uno tiene también este miedo a la devoción, ese miedo a la filiación, que es diferente, claro, a la realidad de San José, que estamos celebrando hoy, pero él no tuvo miedo de recibir a María.

Entonces, nosotros tampoco podemos tener miedo de recibir a María, de recibir a Nuestra Señora en nuestra vida, sobre todo para una vida de entrega, devoción y filiación. Ella es nuestra madre.

No tengamos miedo, no tengamos miedo de recibir a María en nuestros hogares, así como José no tuvo miedo de recibirla como esposa, obedeciendo la voz del ángel.

¡Qué gracia, hermanos y hermanas, poder obedecer a Dios! ¡Qué gracia es poder hacer su voluntad siempre! Que, en este día de San José, en esta solemnidad, él mismo nos impulse, nos enseñe los caminos de la obediencia. San José, enséñanos los caminos de la obediencia.

¡Intercede por nosotros, San José! Te pedimos, cuida de nosotros así como tú cuidaste de María, así como tú cuidaste de Jesús, aquellas necesidades más comunes del día a día.

¡Cuida de nosotros también, San José! Te pedimos, en este día de tu solemnidad, así como tú cuidaste de la Sagrada Familia.

Entonces, hermanos y hermanas, aquí estamos en este día y decimos: ¡San José, socórrenos! ¡San José, ruega por nosotros!

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!