17 Dec 2019

Jesús vino salvar nuestra vida y nuestra historia

“Jacob fue padre de José, esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo” (Mt 1, 16)

Entramos en la preparación para la Navidad de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Esta semana es una semana muy especial en el tiempo del Adviento, en el tiempo de la gracia que vivimos.

La Palabra de Dios que es guiada a nosotros nos pone muy cerca al misterio de la Navidad de Jesús. Ese misterio nos salva, nos redime y nos liberta. No es simplemente una recomendación de un hecho pasado hace más de dos mil años, cuando un niño nació en el vientre de una mujer. Es mucho más que eso, es la zambullida de Dios en la historia humana par rescatarla y salvarla.

Por eso, el Evangelio de hoy nos presenta todas las generaciones de Jesús, de Abraão; y de Abraão hasta David, de David al exilio de la Babilonia; y de exilio de la Babilonia hasta Cristo; él presenta todas las generaciones que fueron pasando. Podemos haber visto el Evangelio y puede haber cada nombre representa una paternidad, cada nombre representa una casa, representa hombres, representa nuestra humanidad. Es en esta humanidad que Jesús nace.

Así como tuvimos nuestra generación y nuestros antepasados, la Palabra de Dios nos presenta también los antepasados de Jesús, porque Él no vino para salvar solo nuestro presente, Él vino salvar nuestro pasado porque somos un todo.

El “nuestro todo” es nuestro presente, pasado y nuestro futuro. Y Dios quiere que nuestro futuro sea pleno en Él cuando permitimos que Él rescate nuestro presente y, también, salve nuestra historia.

En la historia de Jesús, las generaciones que antecedieran Su nacimiento, existe hombres santos, virtuosos, pero existe también historias desastrosas. En las generaciones de los antepasados de Jesús tiene pecado, adulterio, traiciones, robos, engaños, ilusiones; y esta es nuestra historia también.

Jesús no vino para salvar solo nuestro presente, Él vino salvar nuestro pasado porque somos un todo

Aún que tengamos venido de una familia muy bendecida, religiosa, muchos de los nuestros antepasados no representaran eso. No necesitamos condenar nuestra historia, porque Jesús no vino condenar la historia, Él vino salvar la historia. Por eso, Él asume toda la historia asumiendo todos sus ante pasados.

No necesitamos tener miedo de sumergir en nuestra historia, de conocer aquellos que nos antecedieron para poder conocer mejor nuestro temperamento, nuestra tempera, las influencias que recibimos, porque, cuanto más somos conocidos, más podemos ser sanados, más podemos ser rescatados, más podemos ser salvaos, más la gracia de Dios entra en nuestra historia, más nos convertimos plenos.

Cuando no ignoramos nuestra historia, podemos rescatarla y salvarla. No necesitamos tener la mirada de condenación, con la mirada del trauma, del resentimiento, del rancor las situaciones que tengamos pasado o que los nuestros puedan haber pasado. Presentamos Aquel que vino ser el Salvador de la historia, nuestra historia, nuestra vida, porque Él vino para salvar y rescatar nuestra vida y nuestra historia.

¡Dios te bendiga!

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