29 Feb 2020

Jesús vino llamar los pecadores a la conversión

“Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: No son los sanos que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan” (Lc 5, 31-32).

quien escucha Jesús, quien es el alma que se abre, verdaderamente, para Él? No son los justos, los justificados ni los compasivos que se ponen santos por encima de todos. Estos, que ya se sienten santos, justificados, convertidos, están allí creando confusiones, sembrando discordias, queriendo ponerse por encima de los demás, creando sistemas de piedades para llamar la atención. Estos son comportamientos propios de los fariseos, de los hipócritas de la época de Jesús, que usaban ropas mayores, vestes pata llamar atención sobre sí.

¡No!Jesús no vino para estos, porque ya se justifican, ya se elevan, ya se ponen por encima de los demás. Jesús vino para las almas humilladas, por el olor del pecado, por la luchas de la conversión diaria. Jesús vino para aquellas almas despreciadas incluso por los sentimientos religiosos de los tiempos y de hoy también, como, hoy, Él vino en el banquete con Levi; así como Él se sentó con numerosos cobrador de impuestos despreciados. Entonces, tal vez tu quiere decir así: “¡No, pero él se convierten!” Ni todos se convierten ni se tornan amados por eso, porque Jesús ama el pecador y quiere que él se convierta.

Jesús es quien esta llamando los pecadores a la conversión, fue para estos que Él vino

¿Tu ya has visto cuanto tiempo seguimos Jesús, pero aún no nos convertimos de verdad? ¿Tu ya has visto que creemos mejores que los demás, porque tenemos ese comportamiento moral, pero los demás nosotros ponemos debajo de la alfombra como el vuelvo oculto, y no trabajamos nuestra conversión interior, no trabajamos ese nuestro temperamento difícil, nuestra forma de ser, egoísta, soberbio?

Nosotros creemos que nuestra condición moral nos hace más santos que los demás. ¡No! “Yo vine para los enfermos”, dijo Jesús. Por eso, cuando asumimos nuestras enfermedades, nuestras enfermedades, nuestras debilidades, incluso emocionales, espirituales y morales, es para nosotros que el Señor vino. Dejemos que Él cuide de nosotros; y, cuando, realmente, Él cuida de nosotros, cuando realmente dejamos Él cuidar de nuestras debilidades, enfermedades, nosotros podemos cuidar de los demás, sin juzgar, sin condenar, sin levantar la bandera del moralismo, pero levantamos la bandera de la misericordia, del amor, de la bondad, de cuidado que debemos tener unos para con los demás.

Jesús es quien esta llamando los pecadores a la conversión, fue para ellos que Él vino, fue para nosotros que somos pecadores que el Señor vino. Asumimos nuestra condición, no dejemos que el orgullo, especialmente el orgullo y la soberbia espiritual encubran lo que, de hecho, somos, para que podamos lograr el bálsamos de la misericordia, el remedio de la sanación divina, la acción salvadora de Jesús en nosotros, para sernos también bálsamos y misericordia de Dios para muchos corazones heridos y dañados. No sé si más o menos heridos que nosotros, pero el hecho es que hacemos parte de una humanidad enferma, herida, que necesita de Maestro Jesús para ser sanada.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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