22 Nov 2021

Jesús ve las intenciones de nuestro corazón

“Y dijo: Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que a nadie” (Lc 21, 3).

Jesús esta allí en Su ciudad en Jerusalén viendo la escena: las personas van al templo y cada uno deposita allá lo que quiere. Unos incluso depositan grandes cantidades, van a la vista de todos y ponen en el tesoro del templo su dinero, su oferta, sus monedas.

Jesús no mira para la grandeza humana, no mira para la cantidad que sale del corazón del hombre, Él mira para la intención del alma, porque Dios no ve las apariencias, Él ve el corazón.

Una pobre viuda, que mal tenia para sí mismo.. El hecho de ser viuda, en aquel tiempo, ya era prácticamente el sinónimo de ser pobre, y muchas de ellas eran descuidadas, desamparadas. Pero esta viuda era pobre mismo, ella no tenía su sustento, y el poco que tanía, quito y oferto para Dios.

Jesús no mira para la cantidad que sale del corazón del hombre, Él mira para la intención del alma

Mira la belleza del corazón humano de muchas almas generosas, de personas sencillas, pero que, sencillo mismo, dan lo mejor de sí para Dios. La primera cosa, como necesitamos tener un respeto, una veneración, un amor, una generosidad para con la generosidad de estas personas, porque quien esta reconociendo la preciosidad de las personas generosas es Jesús.

Somo movidos por los sentimientos mundanos hasta en la iglesia, a veces, creemos más importante aquella persona que parece a veces, da un dinero, hace eso y hace aquello; y puede ser que, humanamente, en la visión mundana, hay un valor esa personas, porque ella da más. ¡No! Dios mira aquel que da con el corazón generoso, desprendido, que no quiere ser reconocido, no quiere ser valorizado por lo que da, no quiere placa, no quiere engrandecimiento, no se envanece. Esta persona hace en la gratuidad, no hace para los hombres, pero sí para Dios.

Cuando vas ofertar cualquier cosa – diezmo, oferta de la iglesia, una contribución – haga con el corazón, sin jamás querer reconocimiento, y no haga para los hombres, no queras merito, pues nuestros méritos vamos recibir en la eternidad. ¡Como es eterno el merito de esta pobre viuda, como es eterno el merito de muchos pobres porque son generosos en su inmensa pobreza!

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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