La gracia de Dios esta tentando transformar el mundo, que fue contaminado por el joyo y por el mal
“Déjenlos crecer juntos hasta la hora de la cosecha. Entonces diré a los segadores: Corten primero la cizaña, hagan fardos y arrójenlos al fuego. Después cosechen el trigo y guárdenlo en mis bodegas” (Mt 13, 30).
El buen sembrador sembró el trigo y el trigo creció, pero en medio de la plantación del trigo, la cizaña también fue sembrada. Es obvio que una plantación normal, vamos buscar quitar las hierbas malas, las hierbas estropeadas, para que ellas no estropeen la buena plantación. Trayendo para el campo del Reino de Dios, Jesús no hace así. Él ve que en el mundo donde el bien fue sembrado, donde Él sembró la bondad, el mal creció junto. Uno de los grandes cuestionamientos que las personas siempre hacen es: “¿Por que Dios no elimina el mal del mundo?”. Porque corremos el riesgo de Él eliminar muchos de nosotros.
La misericordia de Dios tiene la paciencia que no tenemos, y esta paciencia es fruto de misericordia de un Padre que siempre tiene la esperanza de que su hijo pueda ser transformado. Es como aquel padre de la parábola del hijo pródigo, que vio su hijo, que era bueno, perderse en el mundo. Él, sin embargo, tenía la esperanza que aquel hijo volviese y transformado.
La verdad es que muchos hijos pródigos no vuelven, y muchas cizañas mueren cizañas; pero mientras hay vida hay esperanza, mientras hay esperanza hay expectativa de cambio. Yo soy testimonio, porque ya vi muchas cizañas convertirse y ser transformado. Hay otros que no permitirán, pero la gracia de Dios estaba allí de forma insistente, intentando transformar el mundo que fue contaminado por la cizaña y por el mal.
La gracia de Dios no pierde la paciencia, pero nosotros perdemos la paciencia, la esperanza y aquella visión de que el ser humano es capaz de ser transformado. Ante muchas ilusiones, desilusiones y maldades que nos circundan, acabamos diciendo: “¡El ser humano no es bueno!”. Dios se hizo hombre para transformar el hombre. Nosotros tenemos forma y Dios nos ha transformado, a cada día, cuando permitimos.
El otro que nosotros creemos que no tenía ninguna forma, ni que sea en el alto de la cruz, como aquel ladrón arrepentido, Dios esta buscando salvar todo la cizaña para que se transforme en trigo. La cizaña, sin embargo, que no se transforma, lamentablemente, seguirá el camino de la eternidad separado de Dios.
Caminemos como un buen trigo y nos transformemos por la Palabra de Dios a cada día.
¡Dios te bendiga!