“Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombres es un hijo de Abraham” (Lc 19, 9).
Zaqueo quería ver Jesús, y hizo todo el esfuerzo posible para poder verlo. Era de baja estatura, tenía una gran multitud delante de ti, y él supero los obstáculos; no paro en los obstáculos, él fue buscar Jesús de todo su corazón para verlo.
¿Por que Zaqueo quiso ver Jesús? El Señor ya había visto Zaqueo, es por eso que pidio para que Zaqueo bajase del árbol, porque, en aquel día, Jesús quería estar en la casa de Él.
La salvación que entró en la casa de Zaqueo también entra, hoy, en nuestra casa, en nuestra vida, en nuestra familia
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Jesús quiere estar en nuestra casa, pero nosotros necesitamos querer ver a Él, porque Él va llegar. ¿Y cuál la importancia que nosotros damos para Él en nuestra casa y en nuestra vida? Es necesario el emprendimiento del esfuerzo, de la iniciativa, del correr atrás. No podemos ser aquellas personas acomodadas, esperando que las cosas caigan del cielo. Tenemos que corre para el encuentro de los Cielos, tenemos que subir en el árbol y superar los obstáculos. Necesitamos de los Cielos, porque necesitamos de la gracia de Dios.
Vivimos el contrario, como si Dios necesitase de nosotros. Él va ser siempre Dios, independiente de mi o de ti, pero vamos ser siempre miserables sin el amor y sin la gracia de Él.
Dios es tan bueno, que toma la iniciativa de venir a nuestro encuentro; lo que nosotros necesitamos es corresponder, y para corresponder el tamaño de la gracia, necesitamos correr atrás, necesitamos esforzarnos.
Desgraciadamente, vivimos la cultura de la acomodación, la cultura de todo recibir en casa, todo listo, sin el minimo esfuerzo. Pero aquello que no hay esfuerzo no tiene valor. El valor sublime de la vida es el esfuerzo que hacemos para lograr nuestras metas, nuestro objetivos y lo que necesitamos.
Nos esforzamos, trabajemos, nos dediquemos para conquistar el Reino de los Cielos. Aprendamos con Zaqueo que el Reino es conquistado cuando superamos los obstáculos, y no cuando paramos en ellos, porque la salvación que entro en la casa de zaqueo también entra, hoy, en nuestra casa en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro corazón cuando nos empeñamos con determinación en buscar, en primer lugar, el Reino de Dios, y el Reino de Él viene hasta nosotros, y nosotros vamos hasta ellos.
¡Dios te bendiga!