“No crean que he venido a suprimir la Ley o los Profetas. He venido, no para deshacer, sino para traer lo definitivo. En verdad les digo: mientras dure el cielo y la tierra, no pasará una letra o una coma de la Ley hasta que todo se realice” (Mt 5, 17-18).

Miren, mis hermanos y mis hermanas, es una cosa interesante porque muchas veces pensamos en Jesús – disculpe el perdón de la palabra – con un “bonachón”. Podemos hacer todos, porque solo basta decir que amamos y podemos hacer todo lo que pretendemos. ¡Pero, no! Jesús no es Papa Noel que vino para realizar nuestros sueños, Él vino para realizar la voluntad del Padre.

Jesús vino para concretizar la voluntad del Padre. Y Jesús, porque quiere obedecer la voluntad del Padre, hará todo para que eso ocurra en las grandes cosas, pero también en las pequeñas cosas. Por eso, no puedo hacer lo que quiero, pero aquello que es necesario ser hecho y lo que estructura, muchas veces, mi elecciones de vida aún que eso tenga sacrificio, hasta en las pequeñas cosas.

Jesús habla: “No he venido para suprimir la Ley”, entonces ninguna letra, ninguna coma va ser quitada. Todo lo que sea necesario ser vivido para realizar esta voluntad de Dios, va ser hecho.

Las reglas son cosas preciosas para que mi corazón y el tuyo se destinen siempre a la voluntad de Dios

Para ser capaz de dar la vida es necesario disciplina, nadie dá la vida para el otro de la noche para el día, eso es un aprendizaje, exige una disciplina que pasa por las mínimas cosas, incluso aquellas más gigantes.

Si tu no eres capaz de hacer un pequeño sacrificio para quien vive contigo, dentro de tu casa, convive contigo en tu ambiente de trabajo, dificilmente tu vas a dar la vida por esta persona. Entonces, deen la importancia también a las pequeñas cosas, a los detalles, aquellas cosas que parecen banales, pero que ocultan preciosos tesoros.

Jesús no vino para suprimir nada de aquello que es necesario para hacerse a la voluntad de Dios. Jesús quiso realizar todo, porque un amor sin reglas va ser un amor debilitado. El amor necesita de reglas, el amor necesita de normas, el amor necesita de un camino seguro. Las reglas son tesoros, no son fardos de esclavitudes; las reglas son cosas preciosas para que mi corazón y el tuyo se destinen siempre a la voluntad de Dios que esta por encima de todo.

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!