19 Feb 2018

(Português do Brasil) Jesus nos dá de beber, vestir e comer

Jesús esta siempre mirando para nuestras necesidades y dando de comer, beber y vestir

“Pues, Yo estaba con hambre y Me distes de comer; Yo estaba con sed y me distes de beber; Yo era extranjero y Me recibiste en casa; Yo estaba desnudo y Me vestiste; Yo estaba enfermo y cuidaste de Mí; Yo estaba en la presión y fuiste a visitarme” (Mt 25, 31-46).

¿Dónde está Jesús? Él esta en nuestro medio; Él esta entre nosotros. Todos nosotros queremos encontrar, recibir y estar en comunión con Jesús. Nosotros necesitamos tener una comunión profunda con Jesús, nada de comunión superficial o de comunión con Jesús solo en el sentido espiritual.

La presencia de Jesús en nuestro medio es real y concreta. ¿Donde esta Jesús? Jesús esta allí en el Sagrario, en la Eucaristía que recibimos, y en la Palabra que nos alimenta. Sin embargo, no podemos dejar pasar desapercibido que, Jesús, esta en la persona del prójimo, principalmente, de aquel próximo más sufrido.

Cuanto más sufrida es la persona, mas ella se configura con la persona de Cristo. Y, no es que Jesús esta en ella, sino, que ella sea Jesús para nosotros.

Aquel pobre que no tiene lo que comer, no tiene lo que beber, aquella persona que no tiene ropa para vestir; el preso que esta juzgado y condenado y que, muchas veces, burlamos o hacemos poco caso de él, estos son Jesús para mí. El enfermo, aquel enfermo sufrido, dañado, que por veces son olvidados, Jesús también está en ellos. Necesitamos encontrar con Jesús que esta en las plazas publicas, que esta tirado, abandonado y maltratado; necesitamos encontrar Jesús en nuestro hermano alcohólico o en aquel que fue tomado por el vicio de la droga.

Puede parecer cansado y que no conseguiremos, pero no podemos negar lo que la Palabra nos esta diciendo. “Todas las veces que hacemos “eso” a un “menor”, es a Jesús que estamos haciendo. Y, ellos se convierten menores para nosotros, no es por causa del tamaño, y sí por el hecho de que, cuanto más frágiles las criaturas humanas, más despreciables ellas se vuelven.

Entonces, cuanto más despreciado es la persona, más ella nos pone en comunión con Dios. Queremos abrazar a Jesús, cuidar de Él, amarlo, pero puede ser que, sea más fácil quedar allí en Sagrario mirando para Él, y Él mirando para mí, sin embargo, esta es una forma muy egoísta de comunión. Tenemos sí que mirar para Él y Él mira para mí, pero debemos “salir” de la mirada de Él, para mirar para nuestros hermanos más pobres, sufridos, necesitados de amor, de cuidados y de ternura.

Nada de comunión superficial con Dios, y sí, comunión verdadera y transformadora, cuidando de loas más pobres y necesitados.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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